21 de agosto

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Querida humana:

Hace años me escribiste.

En ese entonces no respondí porque estaba ocupada haciendo de tu vida un verdadero caos.

Suplicaste que me alejara pero soy de las que tardan en irse y deja huellas a su paso.

Decidí crecer en ti porque eras una presa fácil.

Tu fragilidad y desconfianza me enamoraron y fueron los puntos débiles que necesité para reconstruirte.

Sí, tal vez no le haga honor a mi mala fama.

Disculpa si deseaste vaciar tus pulmones de aire, mi intención era que te desprendieras de tu viejo yo.

Perdón si sentiste que nadie te prestaba atención, creí que no era el momento para establecer relaciones sanas.

Perdón si te miraste al espejo y lo que viste no te gustó, aún estaba acomodando muchas facetas.

Perdón si te hice llorar, desintoxicarte de tanta superficialidad era necesario.

Perdón si te sentiste inferior y fuera lugar, la verdad, no encajabas en ambientes mediocres.

Perdón por si llegaste a odiar lo que eras, sinceramente, tu versión retrógrada y pesimista no llegaba ni a la base de tus metas.

No lamentes las pérdidas, agradece.

Deseché los escombros y te esculpí un alma a prueba de comentarios estéticos.

Hice de tu caos un perfecto universo con bellas e insignificantes imperfecciones.

Te convertí en un ser superior, brillante, capaz de cegar demonios del pasado.

Es tiempo de partir, atrás dejo una mujer confiada de que en cualquier espejo en el que pose su mirada, se verá hermosa.

Besos,

la inseguridad.

Anatomía de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora