28 de septiembre

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Mirada fresca.

Algo tímido al hablar.

Introvertido.

Ensimismado.

Su pelo casi le cubre los ojos.

Cruza el umbral de su habitación.

Una habitación que conoce el gran secreto.

Un secreto que tiene el poder de cambiarlo todo

¿Para qué? Si el hecho de ser él ya ha cambiado muchas vidas.

Se quita la camisa y deja descubierto su pecho.

Una piel normal sobre un cuerpo normal. O al menos eso aparenta.

Ya está.

No hay capa. No hay mallas ajustadas.

No hay letrero de Superman. Porque no lo es. Y está bien para él no serlo.

Pero este chico es poderoso. Es radioactivo.

Una radioactividad que provoca risas permanentes y deja cicatrices de amor.

Tiene la tenacidad de Thor.

No es un Dios pero su confianza en la gente es más pesada que su martillo.

Sus ideas ingeniosas no las entiende ni el mismísimo Tony Stark y no necesita armadura para defenderte.

La probabilidad de que caigas en su telaraña de paciencia es más alta que la torpeza con que Spiderman se lanza al vacío.

Dicen que le robó el escudo al Capitán América para cobijar a los desamparados.

Cuando la vida le juega malas pasadas, intenta ser fuerte.

No se pone verde y probablemente no tenga un laboratorio en el cual experimentar, pero no sé ni cómo se las arregla para escucharte.

Dos palabras y te reinicia los pensamientos.

Un abrazo y vuelves a nacer.

¡Y no todo el mundo hace eso!

Ese es su secreto.

Un Superhéroe no reconocido dentro de un cuerpo de chico promedio, con lentes, con ganas de vivir y problemas que superar.

Y hoy cuando menos te lo esperas descubres que Marvel también se equivoca.

Anatomía de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora