3 de febrero

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Alguien me preguntó una vez si era posible olvidar ese primer amor.

Le temí a la confusión tan repetida entre gustar y amar.

Y el "no" más que claro rebotó en mis sentidos.

No.

Simplemente no se va.

Esa sombra, ese beso del pasado, esa caricia en llamas, esa frase que algún día sonó esperanzadora.

Es imposible borrarlo.

Me temo que sobrevivirán hasta que, por cortesía de la vida, perdamos la memoria.

Son recuerdos, páginas de la historia, escritas por error o cuando no le atinábamos a la gramática.

Y sé que dolerá, tan solo por momentos, una vez a la semana, dos al año, pero deja de doler.

Sana.

Seguir adelante es la única opción en el camino enmarañado del perdón.

Encontrarás muchas personas en él, con tantas historias, tantos recuerdos, que tus pesares parecerán banales.

Y, sin querer, sin darte cuenta, comenzarás a soñar con otros ojos, les pondrás rostro a otros hijos imaginarios.

Te inventarás una mascota, un hogar, un lugar seguro.

Sentirás el dolor en el pecho, pero esta vez tan distinto, tan genuino.

Y amarás, entregarás el corazón y lo darás por curado.

Crearás recuerdos, más historias, que pondrás en esas páginas que con mucha suerte no arrancarás.

Y si te toca, ya sabes de qué va todo esto.

Porque el primer amor no se olvida, ni el segundo, ni el tercero. Aprendes de ellos, hasta que decides quedarte en uno para siempre.

¿Y sabes cuál es el jodido problema con el primer amor?

Que está lleno de primeras veces.

Anatomía de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora