23 de julio

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La insensibilidad garantizada cuando juegas a las grandes expectativas.

Te proclamas ganador en el póker de las falsas esperanzas, mientras deseo que la vida te parta con un rayo de realidad.

Y ojalá te cuente las ganas que tenía de hacerme la ciega.

Pero nunca más.

La palabra me quedó flotando en el estómago como mariposas salvajes, esas que sientes cuando te enamoras de verdad. Amor ya no, pero decepción sí; del tipo que se te clava en el pecho como puñal y se esparce por todo el cuerpo. Un malestar general, una hemorragia, con un remedio peor que la dolencia: la verdad.

Me decepcionaste tanto, pero tanto.

El único sentimiento que queda tras el huracán, la única casa que sigue en pie tras la tormenta, pero tú ya no quieres vivir en ella y yo no quiero un impostor entre mis paredes.

Anatomía de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora