30 de agosto

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¿No sabes lo que es perder la cabeza por un simple mortal?

Extraviar tu rumbo.

Arriesgar el curso normal de tu vida.

Querer sumarle horas al día.

Despedazarte para recomponer a alguien más.

Quitarte la piel y quedarte en los huesos.

Entregarlo todo.

Buscar el sueño y no encontrarlo.

Charlar con la almohada.

Perder la paciencia. Recuperarla.

Llorar de felicidad. Reír con el sabor de los recuerdos.

Desear tanto y terminar pecando.

Pensar demasiado y morir en el intento. Quizás no. Los pensamientos tienen nombre.

Obsesionarte sin excesos.

Aceptar cada maldito detalle imperfecto de una existencia ajena.

Adoptar nuevas pasiones.

Anhelar besos futuros y noches de compañía.

Extrañar. Un riesgo que no muchos toman.

Y si aún no te han llamado loco.

Y si aún no has sentido que te ahogas...

Entonces no, nunca te has enamorado.

No has sentido la adrenalina en tus venas y la presión del aire al lanzarte al vacío, sin saber si llevas paracaídas o si al final de todo habrá alguien dispuesto a sostenerte.

Porque enamorarse es arriesgado: de todos los deportes el más extremo.

Anatomía de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora