25 de diciembre

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La distancia nos disparaba a sangre fría y la esperanza trataba de buscar la luz donde solo existía oscuridad.

Eran tiempos difíciles.

La fé intentaba llegar a la orilla mientras la confianza era ahogada por las dudas.

Al deseo de creer que sí cuando todo apuntaba que no: le aplaudo.

Al dolor del primer día que aún está: gracias.

A la fuerza para reponerme, esa obligatoria presencia a la que recurrí involuntariamente: espero seguir encontrándote.

Eran tiempos difíciles.

Aún lo son.

Pero tu voz a lo lejos me habla y soy capaz de durar lo que pidas.

La sombra de tus dedos se desliza por mi mano y la sostiene, aunque no te veo.

Tus pupilas suplicantes tratan de no empaparse con lágrimas, las de verdad, las que no perdonan.

Y sé que en realidad duele y que no estamos jugando a las escondidas, que no te tengo aunque quisiera y que le diré Feliz Navidad a tu fantasma enmarcado en la pared.

Tú le hablarás al mío.

Y será una de tantas veces al año que sincronicemos los pensamientos a miles de kilómetros.

Anatomía de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora