Tú mi sol y yo tu luna/Cap IV

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Los personajes no me pertenecen.
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                         Capitulo IV

Era esa manera de cuidarla, la forma en que le dedicaba sonrisas tiernas, caricias en el dorso de sus manos como si estas se fuesen quebrar, su trato dulce, delicado y a la vez tan protectora que hacian que Luíza deseará con todo su corazón recordar esos últimos 10 años con Valentina, habia algo muy familiar, se sentía en el aire, no podia evitar sentir seguridad a su lado, necesitaba recordad en que momento pasaron de las  discuciones y peleas a una relación de amistad tan cercana.

Lu tenia la extraña necesidad de acercarse mas a Valentina, acariciarla, sentir el aroma de su cabello, tocar sus labios que parecían llamarla.
Se quedaron ambas en un pequeña burbuja y Luíza decidió salir sutilmente de ahí.

-Te llevas bien con mis padres al parecer- Valentina sonrió divertida
- Si, tuve suerte de que ellos me aceptaran-
-¿Te aceptaran?- frunció su ceño ante la confusion- ¿por qué aceptarte?-
-Ah, es que...bueno...- le acomodo un pequeño mechón que se habia escapado a Lu- porque ellos sabían que queria ser tu amiga a pesar de que discutíamos mucho, creo que tú hablabas bastante de mi-
-No lo recuerdo- la sangre se le subio al rostro mientras giraba su cabeza para mirar hacia otro lado, claro que si lo recordaba, siempre que llegaba de clases, se quejaba con su familia por las tontas discusiones que tenia con Valentina, incluso Carol la molestaba en las comidas familiares diciendo que parecían pareja y ellas no se daban cuenta, eso nunca pasará Carol, ella no es mi tipo y yo no soy el tipo de chica de la que Valentina se fijaría, Lu trataba de defenderse antes las burlas de su hermana.

Valentina se dio cuenta de la tensión en el cuerpo de su esposa, era simplemente adorable, amaba eso de Lu desde los inicios, le encantaba buscar pretexto para discutir con ella en la facultad, le gustaba cuando Luíza se molestaba, cuando Val intentaba acercarse a Lu de forma amable y esta se colocaba tensa, de la misma manera que lo estaba ahora.

- Bueno, cuando me conocieron, les fue imposible resistirse a mis encantos- le entrego  nuevamente esa sonrisa, esa sonrisa Val, me encanta cuando sonríes de esa forma, a Lu se le escapo un pequeño suspiro.
- Sigues siendo igual de imposible- se aclaro la garganta, no podia estar comportándose de esa manera con Valentina o esta se daria cuenta de sus sentimientos.
- Creo que necesitas descansar Lu- notaba el cansancio en los ojos de la chica-¿por qué no intentas dormir un poco?-
-Si, tienes razón, aun tengo dolor de cabeza-
- Te traeré un vaso de agua con los medicamentos- volvió a levantarse repitiendo aquel gesto dulce de dejar un beso en la frente de Lu, ¿en que momento llegamos a esto?,Luíza no podia negar que le sorprendía demasiado aquella cercanía.

Llegada la noche, Valentina se despidio de Lu, dejando en claro que ella regresaría al día siguiente temprano para saber como seguía.
- Te llamare si sucede algo- le aseguro la mujer mayor- espero ella logre descansar-

-Por favor, cualquier cosa suegra llámeme, yo vendré temprano-
-Si hija, ve tranquila, tú tambien necesitas descansar, nosotros cuidaremos de ella-
-Lo se, ella estará bien aquí, solo que me cuesta separarme de mi esposa, pero debo darle su espacio en esta situación-

Era una de las cosas que llamo la atención de la madre de Luíza al conocer a Valentina Albuquerque, siempre preocupada por el bienestar de su hija, atenta, educada. Entendió de inmediato porque Lu se sentía atraída por aquella joven de ojos claros, era todo lo que una madre deseaba para su hija, alguien que la ame, la cuide y respetara, algo que se daba de forma mutua entre las dos, porque Lu tambien era como el personaje de un libro romántico con Val.

El reloj marcaba la media noche y Valentina se encontraba aun en el sillón con su teléfono en la mano observando su galería de fotos. Una galería llena de imágenes de Lu y ella, paseos, citas en su jardín, Lu riendo, Lu en la piscina, todas esas imágenes que eran una pequeña muestra de su historia con Luíza y que al parecer solo ella y su  teléfono recordaban, las lagrimas comenzaron a caer por sus mejillas, el temor a que su esposa no volviera a sentir lo mismo comenzó a invadir su cuerpo y la tristeza la inundo por completo llorando sola en aquella casa que compartía con Lu.

Tú mi sol y yo tu luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora