Roier miraba melancólicamente por la ventana de su castillo, perdido en sus pensamientos y recuerdos dolorosos. Desde la muerte de su hijo Bobby, había evitado entrar a su habitación, incapaz de enfrentar el dolor que consumía su corazón. Pasaba sus días en la cocina y la sala de cofres, sumergiéndose en las tareas diarias para distraer su mente.
Pasaron varias semanas en las que Roier se refugiaba en su nueva vida junto a su esposo Cellbit, el cual era un apoyo constante y le brindaba su amor incondicional. Sin embargo, su hogar no era el mismo sin el espíritu alegre de Bobby, y Roier sentía un gran vacío en su corazón.
Un día, Richas, anunció que necesitaba bañarse luego de una misión en la que se había ensuciado. La idea de bañarlo en su hogar casi olvidado cruzó la mente de Roier, y sin pensarlo dos veces, decidió proponerle a Cellbit la idea.
-Gatinho, en mi casa hay una hermosa bañera donde podríamos bañar a Richas. ¿Qué te parece si vamos allí? -sugirió Roier, con un brillo de esperanza en sus ojos.
La sorpresa en los rostros de Cellbit y Richas fue evidente. Ellos sabían que Roier no había vuelto a entrar a la habitación de Bobby desde su partida.
-¿Estás seguro, Guapito? -preguntó Cellbit, preocupado por su esposo.
-Sí, estoy seguro. Ha llegado el momento de enfrentar mis miedos y hacerle frente a mis sentimientos. Además, sé que Bobby estaría feliz si viera que estoy construyendo una nueva familia con ustedes -respondió Roier, con determinación en su voz.
Sin perder un segundo más, Cellbit y Richas siguieron a Roier hasta su casa, subiendo por las escaleras que llevaban a la habitación de Bobby. El corazón de Roier latía con fuerza, y una mezcla de emoción y miedo llenaba su ser.
Al entrar a la habitación, una ola de recuerdos inundó a Roier. Cada rincón de ese lugar estaba impregnado con la esencia de Bobby, y las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas.
Cellbit y Richas, conscientes de lo difícil que era para Roier, lo abrazaron con fuerza, envolviéndolo en su amor y protección. Ese gesto fue como una curita al corazón de Roier, sanando poco a poco la herida que parecía nunca cerrarse.
Durante los dias siguientes, Cellbit, Richas y Roier pasaron tiempo juntos en la habitación de Bobby, compartiendo historias, risas y lágrimas. La habitación dejó de ser un lugar temido y se convirtió en un espacio lleno de amor y recuerdos felices.
Poco a poco, la sonrisa volvió al rostro de Roier, esta vez proveniente del corazón. La pérdida de Bobby siempre estaría presente, pero ahora Roier sabía que podía seguir adelante, apoyado en su nueva familia.
Y aunque siempre habría un hueco en su alma, Roier sabía que con Cellbit y Richas a su lado, podía encontrar una nueva razón para sonreír y seguir adelante.