Roier: (acostado en la cama, mirando al techo) Vaya tormenta que estamos teniendo esta noche en la isla Quesadilla. Parece que los rayos no dan tregua. (Trata de acomodarse y encontrar una posición cómoda, pero la tormenta lo tiene inquieto)
Cellbit: (durmiendo profundamente, pero es despertado por los movimientos de Roier) ¿Umm? ¿Qué pasa, Guapito?
Roier: (susurrando) Shh, nada, cariño. Solo estoy tratando de dormir, pero esta tormenta me tiene un poco inquieto.
Cellbit: (se incorpora y frota sus ojos) ¿Te está costando dormirte?
Roier: Sí, los truenos y los relámpagos me ponen nervioso. No quiero despertarte, por eso estoy tratando de no moverme tanto.
Cellbit: (sonríe) Si no puedes dormir, no me importa si me despiertas. Estamos juntos en esto, ¿recuerdas? Además, ahora mismo tengo otra sorpresa para ti.
Roier: ¿Una sorpresa?
(Cellbit se levanta de la cama y regresa con Richas, su hijo, que tiene lágrimas en los ojos)
Richas: (sollozando) Papá Roier, no puedo dormir. Tengo miedo de los rayos.
Roier: (abriendo los brazos y acogiendo a Richas) Oh, cariño, ven aquí. No tienes que tener miedo. Papá Roier está aquí para protegerte.
(Cellbit se sienta al lado de ellos en la cama, observando la escena)
Roier: (acariciando el cabello de Richas) ¿Quieres que te cuente un cuento para que puedas relajarte y volver a dormir?
Richas: (asiente con la cabeza, aún sollozando)
Roier: Muy bien. Había una vez un valiente caballero llamado Richas. Él vivía en un reino encantado donde los rayos y los truenos eran solo luces y sonidos mágicos...
(Cellbit sonríe al escuchar el cuento, feliz de ver cómo su esposo y su hijo comparten un lindo momento juntos. Observa la escena durante un rato, antes de decidir unirse a ellos en la cama)
Cellbit: (acurrucándose junto a Roier y Richas) Estoy aquí también, chicos. Todos vamos a estar bien. Juntos podemos enfrentar cualquier tormenta.
Roier continúa contando el cuento, mientras Richas poco a poco se va relajando y dejando de temer a los rayos. La familia se abraza y finalmente logran volver a dormir en paz, sintiéndose seguros y amados en los brazos uno del otro.