Vladimir Ivankov
Nick había mandado a los centinelas al aeropuerto, y al fin recibí un muy buen mensaje, la tenían a la vista y al parecer había sido tan torpe como para ir con 5 guardaespaldas. Llamó la atención de mis hombres enseguida. Les dije que aguardasen a mi llegada, y tenía pensado llegar después de que ese avión despegase.
Eran las 15h y estaba muy contento pues mis hombres me habían dicho que estaban reteniéndola en la puerta de embarque del vuelo que ya había despegado, y ella seguía aquí en NY. Llevaba mi traje, con un sombrero y gafas. Pude ver a lo lejos a una mujer morena con el mismo traje rojo que llevaba ella ayer. Pero al acercarme, supe que me había engañado.
- ¿Quien coño eres y qué haces con esta ropa?- Dije muy molesto y con ganas de matar a los "mejores" hombres de mi organización. Noté como se me hinchaban las venas del cuello.
- Hola, soy Jen, una actriz, me han contratado aunque no sé para qué... Mi jefa me dio la ropa. - Su sonrisa se desvaneció al mirarme a los ojos. Me temía.
- ¿Qué sabes de ella?- Dije entre dientes y con los puños apretados. Tenía ganas de matar a alguien.
- Que nos citó en un motel a las afueras de la ciudad y que nos podremos ir a casa en cuanto un tal Vladimir venga... Ella quería que me hiciese pasar por una multimillonaria en un aeropuerto. Ellos en teoría me protegen a mi... - La tal Jen, estaba temblando y mirando a los 5 tíos que en teoría debían protegerla. Era muy lista la puta española.
- Soy Vladimir, os podeis ir. - Dicho esto último me dirigí a mi coche y le pegué al volante. Estaba muy frustrado. La muy perra se había desvanecido y lo que es peor, había ridiculizado a toda mi organización. Llamé a Nick, se iba a enterar.
- Jefe, ¿la tienes? - Me reí secamente. - ¿Qué ha pasado?
- Lo que me temía, nos ha engañado. Esa a la que estaban siguiendo era una actriz, un puto señuelo.- Respiré y conté hasta diez para calmarme.- Si yo tuviese que huir... busca en transporte privado, tiene que haber algo... un puto rastro. Según parece se ha ido sobre las 10 de la mañana... Y otra cosa Nick, quiero encargarme yo mismo a de ella.
- Vladimir, me veo en la obligación de recordarte un pequeño detalle... -gruñí- los bots de los que habló... no puedes matarla...Investigaré como se puede anular la señal... Pero hasta que no lo sepa, no la mates.
- No me des ordenes Nick... Solo búscala. - Al colgar respiré profundamente y conduje como un loco por las calles de New York hasta el maldito ático. Estaba empezando a odiar el lugar, fui directo al minibar en el que ya solo quedaba una botella de vodka, me serví un buen vaso que me bebí de una sentada. Y así hasta terminar la botella entera, me sentí un puto inútil y a la vez me estaba poniendo cachondo... Nadie me había vacilado tanto en tan poco tiempo. Nadie se me había adelantado, ni había previsto mis pasos, ella iba pasos por delante de mi, había demostrado ser mucho más lista que yo. No sé si fue por lo desinhibido que estaba por el alcohol o por lo dura que me ponía la polla pero decidí enviarle un mensaje. "Nena, te voy a encontrar y me vas a obedecer." Y ese no era un simple mensaje, era una promesa. "Retiro toda oferta, no me busques más y yo no desvelaré nada" me contestó. No entendí a qué se refería, pero sabía que no se me iba a volver a escapar.
A la mañana siguiente, necesité una buena ducha de agua fría para quitarme ese dolor de cabeza. Al final la noche anterior me quedé dormido en el salón, y el sofá aunque era caro no era demasiado cómodo. Me vestí y fui a encontrarme con Nick, que estaba delante de su portátil revisando algo de manera atenta. Me puse detrás de él y al rato le hice parar en seco, le quité el ordenador y señalé un nombre.
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Perversión
RomanceMaría, una estudiante de medicina de 22 años y una millonaria primeriza, recibe un inesperado regalo, un ático de lujo en New York de un tal Vladimir Ivankov. Con la única condición de reunirse con ella en persona en ese mismo lugar. Vladimir, por...