María

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Vladimir Ivankov

Cuando finalmente comprendí a quien estaba viendo tirada en el suelo, Leo ya estaba cerca de ella y la estaba cargando en brazos, logré acariciarle la cara antes de que Leo corriese hasta el coche. Nick no tardó demasiado en estar frente al volante dispuesto a llevarla a algún lugar seguro lejos de allí. 

- Conduce Nick.- Me senté detrás del coche junto con Leo y María a la que cargaba en su regazo. Le acaricié una de sus manos y no se la solté en todo el viaje. Se la veía completamente distinta, estaba tan delgada que se le notaban los huesos, y tan blanca como el papel, bueno en aquellas zonas donde no había moretones o quemaduras. Por no hablar de su cambio en el color de pelo, al que no estaba acostumbrado y que definitivamente odiaba. El cual en cuanto estuviese mejor definitivamente cambiaría a como estaba antes. Nick nos llevó hasta una de las casas que la bratva poseía en esa zona de alemánia, durante todo el viaje, que no fue corto, no abrió los ojos y en algún momento empezó a temblar y a sudar, no tenía buen aspecto y eso solo hacía que mi preocupación creciese.- Llama a un médico, en cuanto esté lista para viajar volveremos a casa. Ah y puedes divertirte con esa basura, llévalo a nuestras bodegas.

Cuando salí del coche, Leo ya estaba dentro de esa pequeña casa. La había dejado estirada sobre la cama de la habitación principal, cuando entré me recordó a la primera vez que la llevé a mi casa, pero de esta vez la sensación de que algo no iba bien y el ansia de venganza me invadieron.

- No se despierta...- Leo no le quitaba la vista de encima y sonaba desesperado.

- Lo hará, nuestra mujer es fuerte.- Sé que soné muy confiado pero la verdad era que no estaba ni lo más remotamente seguro de nada, solo sabía que el miedo volvió a apoderarse de mi. Joder, estaba muy débil y el temblor en su cuerpo cada vez era más persistente.

- ¿Qué le han hecho?...- Una lágrima se le deslizó por la mejilla.- ¿La has visto?- Me miró, y supe que estaba roto y devastado. El timbre sonó, y a decir verdad lo agradecí, ya que lo único en lo que podía pensar y lo que me mantenía cuerdo era que estaba ahí, con nosotros al fín. Sabía que era el médico que pedí pero de todas formas agarré el arma, al verle le hice pasar de inmediato a la habitación de María. Empezó a sacar un montón de artilugios de su bolsa a medida que la iba examinando. - Doctor, parece agobiado, ¿está todo bien?- Leo estaba igual de tenso que yo y tenía la misma necesidad de saber que estaba bien. El doctor al hacerle la pregunta, se giró y me miró, como pidiéndome permiso para decir la verdad o simplemente hablar, no procesé demasiado bien ese gesto pero asentí.

- No, señores esta mujer por lo que parece ha sufrido, tanto que aparentemente ha entrado en un coma. Pero no es eso lo que más me preocupa sino no poder hacerle las pruebas más adecuadas para saber si necesita un tratamiento de emergencia o no o si este estado se debe por otro motivo que no sea dolor.- Leo emblanqueció.

- ¿Qué necesita? Para... ella.- No sé a día de hoy como pude articular una sola palabra.

- Llevarla a un hospital. Ahí están todos los aparatos y el laboratorio que necesito para asegurar un diagnóstico.

- ¿Doctor, puede volar? Quiero llevarla a casa.

- No es lo más recomendable, pero aparentemente está lo suficientemente estable como para poder.

- Prepárela, nos iremos.- Salí de allí en cuanto acabé de decir la última palabra. Sabía que trasladarla era arriesgado pero lo era más seguir en ese país de mierda y más teniendo al hijo de puta de Igor como enemigo. Serví un par de copas de whisky, Leo no iba a tardar en aparecer y sabía que lo más probable era que estuviese cabreado y asustado. 

- ¡¿En qué coño piensas?! ¡No vamos a irnos a menos que sea seguro para ella!

- Estar aquí con nosotros lo es menos.- Le acerqué el vaso y esperé a que se sentase delante de mi.- El alemán la quiere para algo, lleva mucho tiempo buscándola. No va a parar hasta encontrarla y aquí no podemos protegerla. Sé que no es un plan ideal y que estoy asumiendo riesgos. Pero...

PerversiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora