Confesión

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Vladimir Ivankov

Estaba despierta. Esos ojos verdes estaban abiertos, y me estaban mirando. Me relajé con tan solo conectar sus ojos con los míos.

- Estas viva...- me susurré a mi mismo. Y por instinto me acerqué a donde estaba, y la besé no pude contenerme ni detenerme, me encontraba agarrando ambos lados de su preciosa cara mientras la besaba. Y lo mejor de todo, me estaba devolviendo el beso, fue la sensación más increíble que jamás había sentido, fue un beso de necesidad, no sabía que lo necesitaba hasta que se lo di. Estaba realmente jodido, era mi punto débil. Cuando me faltó el aire separé mis labios de los suyos y apoyé mi frente a la suya.- Lo siento tanto nena.- Susurré.- Si deseas que te deje en paz dímelo... Ahora mismo tus deseos son ordenes para mi...- Fueron las palabras más duras que he pronunciado en mi vida, pero ya no quería que estuviese aquí así.

- Quiero que conozcas a Judas...-  Mi cara debió ser un poema, esta mujer estaba loca acababa de esquivar a la muerte y solo pensaba en su perro. Me asombra que sea así y lo peor de todo estaba sonriendo y le quedaba tan bien ese gesto... No quería que desapareciese nunca.- Creo que no tardará en llegar.- Alcé una ceja, no tenía sentido lo que estaba diciendo.- Tu amigo ha ido a buscarlos. Dijiste que corríamos peligro, y no voy a permitir que les pase nada.- Asentí, aunque la idea de tener a su maridito por aquí no me agradó nada. Nos quedamos mirándonos un rato y no podía apartar mi vista de ella, ella tampoco lo hacía. Al final acabé acariciando su mejilla y al hacerlo cerró los ojos y se relajó. Esta mujer me tenía tan fascinado como confundido, hacía unas horas casi acabo con su vida y seguía sin tenerme miedo. El ruido de la cerradura de la habitación hizo que me retirase instintivamente de dónde estaba, quedando al lado de su cama apuntando a la puerta. Cuando vi aparecer la cabeza de Nick bajé el arma y suspiré. Él entró con un perro enorme que si no fuese por el bozal estoy seguro de que le habría destrozado.- ¡Judas!.- Chilló como pudo María y el perro dejó de pelear con Nick para ir corriendo hacia ella. No sin antes apartarme aún más de ella. Le quitó el bozal y estuvo dandole un gran número de besos y acariciándole efusivamente. Nick al ver la escena, me hizo una señal para que fuese con él.

Al salir vi que estaba bastante preocupado, no paraba de caminar de un lado a otro. 

- ¿Qué pasa?

- Tenemos un problema. He estado investigando y parece que desde... bueno ella. Los hermanos te ven débil y quieren derrocarte. ¿Han hablado los Petrov?

- ¿Quienes?

- Las ratas de las bodegas.

- Ah... Sobre eso... Estaba bastante ido y a una ya me la he cargado, la otra podría estar dispuesta a hablar.-Me rasqué el cuello intentando disimular la vergüenza.

- Genial Vlad, simplemente genial.- Parecía molesto.- Por cierto, su marido... llegará en una hora y dudo que te deje estar con ella.

- ¿Por qué saliste así antes?- Se rió.

- No te lo ha contado. Pero... casi me quedo sin huevos. Despertó, estábamos el médico y yo allí, cogió unas tijeras y bueno fue rápida. Quería verte, tuvo que ver con lo que le pasó más de lo que crees.

Volví a entrar en esa habitación y estaba Judas en sus pies de ella. Me sonrió y me hizo un ademán para que me sentase a su lado. Pasé al lado del perro que solo me observó atentamente mientras iba hasta allí. Ese perro la protegería con su vida, se podía ver lo leal que le era de lejos.

- Le caes bien.- Dijo mirando a Judas. Después conectó sus ojos con los míos y se podía ver que estaba mejor que antes.- Por la cara que tienes tu amigo te ha dicho que casi lo dejo sin descendencia.- sonrió y se rió.- No es muy hábil para ser un mafioso..- Hubo un silencio, en el que yo no pude evitar pensar que estaba ahí así por mi.- Antes de que sigas mirándome de esa manera... Lo que pasó no fue culpa tuya, estaba muy enfadada contigo por lo de Leo y te castigué de la peor forma que supe...- Puso una mano en mi mejilla, su tacto me calmó la ira que estaba precipitándose a salir, estaba muy confuso y desconcertado. Y la miré ya sin sentirme mal, estaba así porqué lo decidió ella.- Eso está mejor, mírame así... Me aproveché ...- No aguanté más que me tocara y aparté su mano de un manotazo, llevándome un gruñido de su perro. Me alejé de ella muy cabreado, no con ella en sí, sino conmigo. Hasta ese momento no me di cuenta del poder que le había dado, era mi debilidad y lo había usado en mi contra. Me fui de allí muy furioso, bajé a las bodegas dónde estaba ya Nick.

PerversiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora