María Garza
Caminé rápido intentando que el personal del hospital no viese lo nerviosa que estaba ni notasen que llevaba un arma. Al estar delante de la puerta del laboratorio, que se abría con un registro biométrico de mi palma derecha, me puse tensa. Debía soltar el arma para poder entrar y esperar que con la izquierda tuviese la suficiente destreza como para salvar mi culo en caso de ser necesario era realmente aterrador. Intenté tranquilizarme diciéndome a mi misma que a lo sumo tardaría un minuto, pero joder eso era demasiado. Respiré hondo y esperé a que no hubiese nadie al acecho, solté el arma y puse la mano en el lector. Miré a todos lados menos a la puerta que tenía delante, esperando que no saliese nadie de la nada. Cuando oí el "click" de seguridad abrí la puerta corriendo y la cerré lo más rápido que pude. Nada más cerrarla puerta, solté el aire que no sabía que retenía, me sentía completamente indefensa a pesar de saber ligeramente cómo se usa un arma, eso no mejoraba la sensación de miedo. Corrí hasta mi despacho y saqué el portátil, dejé el arma sobre la mesa por si necesitaba usarla tenerla cerca de mis manos y además cogí la otra que estaba en el cajón y me la coloqué en la parte de atrás de los pantalones. Revisé las cámaras de seguridad de los pasillos de esa ala del hospital, marqué la hora en la que me vi entrar con el rastreador, y tras horas no hubo movimiento, lo siguiente que vi fue a mi misma irme con una sonrisa bastante aterradora en la cara. Y después de eso, nada. Literalmente nada, era como si alguien hubiese desconectado la cámara manualmente y no la hubiese vuelto a conectar tras una hora. Faltaba una hora en las grabaciones y era porque esa cámara estaba desconectada. Después de eso en las grabaciones se podía ver como entrábamos Leo y yo, después yo saliendo... Y en ese momento, la cámara estaba de nuevo desconectada...
- Leo si me escuchas deberías saber que alguien acaba de desconectar la cámara, hace un minuto. Voy para allá a ...
- Enciérrate en el laboratorio, llama a Vlad y dile que necesitamos apoyo.- Colgó. El cabrón me había colgado dejándome completamente preocupada y aterrada pero sabía que tenía que hacerle caso.
- Hola nena.- Saludó demasiado alegre para mi gusto, o tal vez estaba demasiado alterada.- ¿Ya estáis de camino?
- Necesitamos apoyo aquí y ahora. Leo me ha dicho que te diga eso.- Oí por la línea como empezaba a correr nada más decir la palabra apoyo.
- Voy para allá. Quiero saber qué pasa. Ahora, María.- Subió a un coche, y lo encendió.
- No lo sé. El tipo que debía estar muerto no lo está y no tiene sentido porqué era una dosis muy alta de potasio, y no sé porqué Leo me ha hecho encerrarme en el laboratorio...- Empecé a tropezarme con mis propias palabras y a hablar demasiado deprisa.
- ¡María!- Vlad me llamó la atención.- Por favor céntrate para que pueda ayudarte, dime solo lo que necesito saber, el resto me lo cuentas en casa.- Respiré profundamente.
- Estoy bastante segura de que hay al menos un traidor dentro del edificio. No te preocupes por mi, esto es una zona segura, además estoy sola y armada, tú solo saca a Leo ileso.- En algún punto empecé a temblar y a tener la misma sensación de pánico que cuando encontré a Judas muerto. - No muráis.
- No tenía intención de hacerlo. ¿Quieres ayudarme a conseguirlo?- Oía como de acelerado iba en el coche.
- Sí, ¿¡qué clase de pregunta es esa?!
- Bien, entonces quiero que entres en las cámaras del edificio y...
- Estoy dentro ¿qué busco?
- Cualquier cosa fuera de lo común, algo que te llame la atención. Se lo pediría a Nick pero está fuera y tardaría más.- Revisé del exterior al interior, en el exterior no vi nada, estaba todo oscuro y tenía sentido. En el interior me percaté de que no solo había la cámara de ese pasillo desconectada sino que además había tres más en ese estado, urgencias, la sala de medicamentos y otro pasillo, era raro.
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Perversión
RomanceMaría, una estudiante de medicina de 22 años y una millonaria primeriza, recibe un inesperado regalo, un ático de lujo en New York de un tal Vladimir Ivankov. Con la única condición de reunirse con ella en persona en ese mismo lugar. Vladimir, por...