Vladimir Ivankov
El médico llegó en pocos minutos. Y por la cara que puso algo malo podría pasarle, yo solo podía estar en la habitación mirando todo lo que estaba pasando a su alrededor. No paraba de caminar por esa habitación de un lado a otro, estaba preocupado y realmente asustado. Vi como el médico le perforaba la piel con agujas, le colocaba fluidos en vena y le colocaba máquinas. Al rato escuché que alguien me estaba hablando, Nick.
- Vladi...- En eso el doctor se acercó a nosotros con bastante miedo, no era bueno, esto no podía estar pasando.
- Hable doctor.- Sentencie rápidamente.
- Señor Ivankov, creo que es mejor que nos sentemos, tenemos asuntos serios que discutir. -Joder, esto no empezaba nada bien. Pero le hice caso y fuimos los tres a mi despacho, dejando a María sola en esa habitación.- Su... amiga, esta pasando por lo que llamamos un shock hipovolémico... - Me estaba poniendo malo, no estaba entendiendo lo que decía. Y la preocupación de la cara del doctor no ayudaba a calmarme la ansiedad.- Tiene serios daños en su cuerpo ... Los coágulos son nuestro principal problema, podríamos administrarle o bien un bolo de anticoagulantes...
- ¡Pues haga eso! No pierda más el tiempo y hágalo.- Espeté.
- Me temo que no es tan fácil, señor Ivankov, tenemos otra opción mucho más segura... Pero no la podemos hacer aquí... Y a pesar de ser más segura implica igualmente muchos riesgos... Podríamos amputarle las piernas.- Palidecí y me quedé mudo. Mi mundo se me vino encima. Iba a perder sus maravillosas piernas por mi culpa. Noté como mi corazón se me encogía. - Debe decidirlo rápido, su vida corre serio peligro.- Y esa última frase, realmente me mató. Acabó con la última pizca de humanidad que quedaba dentro de mi.
-¿Y los bots?- Nick tenía la cabeza más centrada que yo en ese momento y se acordó de ese detállazo. El médico le observó esperando respuestas.- Ella dijo que tenía unos bots que estaba probando... En su sangre, y por lo que pude averiguar son los que tiene patentados para deshacer coágulos, avisar a emergéncias... ese tipo de cosas.
- Necesitaría entender lo que me está diciendo para aconsejarle. No tenemos mucho tiempo para decidir si queréis usar los anticoagulantes o será demasiado...
Nick me miró, sabía que no podía perderla y también sabía que si le amputaba las piernas estaría jodido de por vida. Estaba tan fuera de mi que tuvo que decidir por mi.
- Anticoagulantes. A pesar de ser un grano en el culo es demasiado lista como para querer perder las piernas por ti, Vlad. Sus bots son su as en la manga, confía en mi. -Asentí. Y hecho esto el doctor fue directo a administrarle el medicamento.
Nick esperó a que nos quedasemos solos y por fín habló.
- Vladimir, esto no me gusta. Investigaré sobre los bots, pero prepárate para que no despierte... Lo siento tío... - Ni de puta coña iba a morirse hoy, no había pasado con ella ni un solo día. En algún momento Nick se había ido, dejandome solo con mis pensamientos.
No tuve el valor suficiente como para volverla a ver en el estado en el que la había dejado. Nunca había tenido tanto sentido para mi la palabra monstruo como ese día. Me vi abriendo el primer cajón de mi escritorio donde había una botella de whisky. Desde lo que pasó en Canadá no había probado ni gota de alcohol, y no lo soporté más. El dolor y la angustía tomaron el control, me serví un vaso, luego otro... A medida que la botella se vaciaba, mi furia crecía. Era un puto bastardo de mierda, padre tenía razón debí morirme yo en vez de madre el día que nací. Lo único que hacía era desgraciar vidas, y aunque por eso hubiese llegado a donde estoy ese día me odié por ello. Pegué un puñetazo en la pared de la rabia que sentía dejando un agujero y mis nudillos ensangrentados como recordatorio. Ella se estaba muriendo por mi culpa, si tan solo le hubiese hecho caso y la hubiese dejado en paz...
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Perversión
RomanceMaría, una estudiante de medicina de 22 años y una millonaria primeriza, recibe un inesperado regalo, un ático de lujo en New York de un tal Vladimir Ivankov. Con la única condición de reunirse con ella en persona en ese mismo lugar. Vladimir, por...