Engaños

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María Garza

- Genial, me han encerrado con la princesita. ¿Has hecho tú esto?- Asentí cuando se señaló el muñón.- ¿Por qué me has curado?

- Ya lo has oído quieren que te mantenga con vida.- Estaba aterrada y la voz me salió muy baja.

- ¿Por qué?¿Por qué quieren que siga con vida?- Me acerqué y le revisé las constantes.

- No lo sé.

- Eres una zorra mentirosa, conoces de sobra a los que me han hecho todo esto, uno era tu jodido esposo.

- Ex- esposo. -Le corregí.- Me divorcié de él y huí a Canadá, y creo que ya sabes el porqué. - Le puse en la vía unos calmantes, las manos me temblaban del miedo que su presencia me hacía recordar. Él no dejó de mirarme, de observar cada uno de mis movimientos, me estaba analizando.

- ¿Por qué lo haces?- Le miré confundida.- ¿Por qué me estas cuidando y evitando que muera?- Paré lo que estaba haciendo en seco.

- Si por mi fuera te dejaría morir. Pero no puedo desobedecer, gracias a lo que Igor y tú me hicisteis. Soy adicta, ¿lo sabías?- No dijo nada, pero tampoco veía ni un poco de culpa en su mirada. Supe que iba a tardar más de lo que esperaba, entonces acabé de hacerle las curas me alejé y toqué a la puerta no demasiado fuerte.- Mañana vendré a revisarte, me han dicho que te mantenga con vida así que procura no morir.- Me miró muy confundido y justo en ese instante abrió la puerta Nick y me jaló del brazo sacándome de ahí a la fuerza. Y al recuperar el equilibrio busqué la esquina más cercana y vomité todo lo que había comido del estrés y miedo que había pasado. Tardé unos minutos en recuperarme y después de eso me dirigí a Nick que me pasó un pañuelo. Se lo agradecí y me limpié la boca.- No puede dormir, ponle sonidos a un volumen muy alto. Lo más estridente que encuentres y sobretodo que no pare, nunca.- Enarcó una ceja a la vez que me dirigía a la entrada.- Vamos a privarle de sueño, en poco tiempo empezará a volverse paranoico y confiará en la única cara amable que vea, es decir en mi.

- Confío en lo que haces, pero en un día no le has sacado nada.- Me abrió la puerta del copiloto y me senté en el coche y le respondí a Nick nada más sentarse al volante.

- Hay que darle tiempo al proceso.- Encendió el motor.- ¿Vamos a la mansión?- Asintió.- ¿Estarán allí?- Volvió a asentir.- ¿Crees que me ayudarían?

- ¿A qué?

- A pegarle de nuevo, antes de que yo vuelva a ir.

- No creo que se opongan.- El resto del viaje estuvimos en silencio, hasta que llegamos a la entrada de la mansión. Donde me agarró del brazo y me obligó a mirarlo.- Oye, me tienes para lo que sea. Si esos dos se pasan en lo que sea, avísame. Nunca más volverás a estar sola, nunca.- Estaba muy arrepentido por haberme ayudado a huir la primera vez.

- Ahora lo sé. Entremos que tengo hambre.

Nada más entrar en la mansión me di cuenta de los olores tan agradables a comida que había en el ambiente. Me adelanté a Nick siguiendo ese aroma tan apetecible, y entonces los vi. Vi a Leo y Vlad a cada uno con un delantal por encima de su ropa, estaban realmente adorables. Vlad lucía un jersey de cuello de tortuga por debajo del delantal con las mangas arremangadas, podía ver la estrella de la bratva manchada de lo que parecía harina, y a Leo con una camisa blanca puesta de la misma manera que Vladimir, y ahí me di cuenta de que él también se había tatuado esa misma estrella. Fue entonces cuando acabé de entender que huir de este mundo ya no era una opción, solo la muerte me iba a poder sacar de esta vida. Intenté recordar como era mi vida antes de todo esto y solo tenía dos palabra para definirla segura y aburrida. Saqué tan pronto como pude esos pensamientos de mi cabeza y observé lo que esta pasando frente a mis narices y me senté en uno de los taburetes de la barra de la cocina. Estaban tan concentrados en hacer la cena que ni se dieron cuenta de que había llegado y que los estaba observando. Entonces me di cuenta que estaban preparando como cinco platos, todos mis preferidos, Nick al llegar me miró y se le escapó una risita.

PerversiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora