Padre (II)

146 15 58
                                    

María Garza

Me desperté de un dolor tremendo de cabeza, al abrir los ojos noté que uno de mis párpados no se movía con normalidad. Joder el hijo de puta me había roto algún hueso de la cara, el dolor era insoportable. Cuando logré acostumbrarme al suplicio en el que estaba ahogando mi cuerpo me percaté en donde me había metido el loco del alemán. Estaba en una pequeña habitación sin ventanas que solo tenía la cama y la mesa de noche lo remataba con una única puerta. Intenté levantarme pero algo me lo impidió, estaba atada a la cama por unas cadenas de pies y manos. Se abrió esa puerta dando paso a un rostro familiar, Josh. Se acercó a mi y pude ver que tenía la cara quemada de la explosión del airbag, estaba molesto conmigo.

- Me has costado el coche, puta de mierda.- Con él traía una maleta a cuestas, la abrió y sacó el material necesario para ponerme una vía.- Quédate quieta o te dolerá, o bueno retuércete, eso me gustaría.- No iba a resistirme, no tenía sentido. Después de haberme puesto la vía me puso una bolsa de suero o eso creo.

- ¿Por qué haces esto?

- Tu padre paga muy bien.- Se encogió de hombros y se fue.

Al poco rato empecé a ver borroso, los párpados me pesaban y el dolor iba menguando, no aguanté mucho más consciente.  

Cuando abrí los ojos de nuevo, vi que estaba Igor sentado en un silla mirándome fijamente.

- ¿Q-Qué mierdas me habéis inyectado?- Sonrió ampliamente.

- ¿Importa? No, lo único que te va a importar es conseguir más de esa mierda en poco tiempo.- Puso su mano en mi muslo, su contacto me producía escalofríos.

- No me toques.- Moví como pude la pierna, pero no logré quitar su mano de mi cuerpo.

- Eres mi hija, y te tocaré si me apetece. 

- No soy tu hija.- Recibí un golpe en el estómago que me quitó la respiración.- Que me pegues no cambia nada. Cuando salga de aquí, que saldré, pagarás muy caro haberme secuestrado.

- No es un secuestro, Valeria, eres mi hija la desaparecida. Además cuando estés enganchada a esa mierda harás todo lo que quiera.

- No me vas a usar loco de mierda. Soy más brillante que tú.

- Lo único que brilla en ti es mi reflejo.- Se levantó de la silla y se fue dejándome encerrada sola. Me levanté lo poco que las cadenas me dejaban y sin pensarlo dos veces con la boca arranqué el tubo de la vía. Empezó a salir mucha sangre de allí, esperé a que todo acabase, poco a poco estaba más y más cansada, comencé a ver borroso y a escuchar cada sonido más apaciguado hasta que dejé de sentir cualquier cosa de mi alrededor.

Noté como me daban un par de bofetadas en la cara. Estaba muy cansada pero logré despertarme.

- Formas parte de mi plan y vas a cumplirlo, es tu deber.

- No, y no tardarán en encontrarme.- Sonreí como pude, seguía débil, pero los bots deberían haber avisado de que algo me estaba pasando. 

- Nadie te busca, hija. Hasta tu exmarido te ha olvidado. ¿Quieres verlo?- Me enseñó fotos de Leo saliendo de la casa de juegos de Barcelona a su lado estaba Vladimir, me alegró verlos juntos. Habían seguido mis indicaciones, y aunque no me gustase la idea estaba funcionando.

- Por mi se puede podrir en el infierno solo me quería por la pasta, me haces un favor si lo matas.- Escupí esas palabras con el máximo veneno que pude.

- Valeria, hija no estás en posición de pedir nada. 

- ¿Qué quieres de mi? Dinero, tengo el que quieras, dime una cantidad y es tuyo pero suéltame.- Se rió, tenía una risa espeluznante que me puso la piel de gallina me agarró la barbilla con su mano y me obligó a mirarlo a los ojos. 

PerversiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora