Perversión

Amenaza

Su dormitorio estaba todo desordenado, que en sí era normal pero no tal y como estaba. Su silla de la ropa estaba tirada, toda esa ropa desparramada, las puertas del armario abiertas, incluso había una que estaba desencajada. La mesita de noche estaba tirada, y la lámpara de noche hecha añicos por el suelo. Pero nada de eso fue lo que me heló la sangre, sino el olor que emanaba esa habitación, era repugnante, y la mancha, dios, la mancha marrón enorme que había en medio de todo el caos, cubriendo el suelo y parte de la ropa del suelo. Era sangre, mucha sangre.

Me llevé las manos a la boca, porqué eso no era bueno. Nadie podía sobrevivir mucho tiempo si había perdido tanta sangre. No sin ayuda.

No, no, no, ella no.

Llamé a Nick.

- ¿Qué pasa?¿Estás bien?¿Dónde estás?- Estaba en tal estado de shock que no me salían las palabras.- María qué está pasando.

- Tienes que venir, no sé que hacer.- Le envié la ubicación y colgué.

No tardaron ni cinco minutos en llegar, les abrí la puerta todavía intentando asimilar lo que había visto y lo que probablemente significase. Les señalé la puerta del dormitorio que estaba abierta, pero a la que no me atrevía a entrar ni a mirar.

- ¿Quién era ella?- Fue lo primero que Nick preguntó cuando volvió al recibidor donde yo estaba, apoyada en la puerta que había cerrado y no supe que contestar. Su casa, tenía marcos con fotos suyas por todos lados, y casi todos estaban destrozados por el suelo, rotos. No me había percatado de esos detalles cuando entré, y sin embargo ahora no podía parar de percibirlos todos, parecía que un huracán hubiese pasado por ahí. 

>>>Nick se agachó y miró una de sus fotos por primera vez, supuse que intentaba averiguar quién era ella.- Parece que esto sucedió hace tiempo, tenemos dos opciones llamar a la policía anónimamente o investigar nosotros. Te lo preguntaré una vez más, quién era ella.- Odié que hablase de ella en pasado, no me lo creía, no quería creerlo. Era mi única amiga. Se me instaló en el pecho un peso horrible y desgarrador, me costaba respirar. 

- No puede ser. No puede estar muerta.- Me volví a llevar las manos a la cara y me la froté, intenté que el aire entrase en mi cuerpo. ¿Qué había pasado? No tenía sentido, ella no estaba metida en nada que pudiese desencadenar todo esto. El apartamento estaba entero revuelto, y parecía que había luchado. Sollocé al recordar lo fuerte que siempre había sido, lo valiente y lo segura que era. Ni yo conseguí romperla cuando me lo propuse, fui una zorra, una terrible persona. Conseguí respirar, mal, pero lo hice.

- Señor Saviano, señorita Garza creo que deberían ver esto.- Magnus interrumpió mis pensamientos. Nos acercamos a dónde estaba, su cara era de completa confusión, sus ojos grises junto con sus cejas arrugadas me lo decían. Sujetaba una carta sellada con mi nombre, bueno con el que me identificaba el psicótico. Abrí mucho los ojos, no estaba preparada para eso, Nick fue el primero en reaccionar.

- Gracias Magnus. Ve a vigilar la puerta.- Se fue del apartamento cerrando la puerta e hizo guardia desde fuera. La cara de Nick era una mezcla de preocupación, angustia y enfado.- ¿Quién era ella, María?- Ella era Jane, salí del estado de shock, ella era mi amiga, la misma que no quería tener nada que ver con la mafia. Y yo la había metido de lleno en el ojo del huracán y sería yo quien la sacase, a ella o a su cadáver. Porqué merecía ser recordada y ser honrada con un entierro digno. No puede ser olvidada, yo no la olvidaría, y haría pagar a quien le hizo esto.

- Alguien que me importa.- Le arrebaté de las manos la carta. El sobre era caro, de papel grueso, y escrito a mano en tinta negra estaba Valeria Messina, estaba sellada con cera negra con un escudo que supuse que era el de la mafia alemana o el de la familia Messina, me dio igual. Rompí el sello y abrí el sobre. Saqué el papel de dentro, había escasamente tres líneas era grueso y parecía de muy buena calidad, caro. Leí lo que había escrito a mano, en la misma tinta y letra que la del envoltorio.