María Garza
Una vez nos recuperamos de nuestro encuentro nos duchamos cada uno por separado y nos vestimos. Le dije a Vladimir que teníamos que hablar de esto en serio, y que lo que le dije en la habitación iba en serio. Nos reunimos en su despacho y cerró la puerta con llave para asegurarse de que nadie escuchase la conversación. Nos sentamos alrededor de su escritorio y nos sirvió una copa de whisky a cada uno. Se le notaba tenso y nervioso. Leo por otro lado estaba calmado, sabía que este acuerdo no era al completo de su agrado.
- Empezaré con la conversación con la parte más difícil de entender.- Tenía su completa atención.- Las prácticas que tendremos se llaman BDSM, y básicamente es lo que has podido ver mientras nos espiabas y experimentar hace un rato. Hay dos roles, el de sumiso y el de dominante.- Estaba esperando que me preguntase pero estaba recostado en su asiento bebiendo.- Todo se basa en la confianza entre los dos roles... Antes has podido disfrutar de ceder el control al completo, y has confiado plenamente en mi. Si esta confianza se rompe, no hay vuelta atrás, todo esto acaba. ¿Por ahora lo entiendes?- Asintió.- Bien, ahora las normas...- Estaba muy incómoda haciendo esto tan frío. Así que me levanté del asiento y caminé por la habitación. Empecé a recordar todas las que había y las iba citando levantando los dedos al citarlas.- Seremos exclusivos, es decir solo te acostarás con nosotros dos a la vez, jamás por separado ni con otras personas. Si estas de sumiso, obedecerás, bueno ya sabes qué pasa si no lo haces. Serás sincero con nosotros en el aspecto sexual debemos contárnoslo todo. No dormirás con nosotros, tu irás a tu habitación. Y nadie debe enterarse de este acuerdo. Rompe una sola norma y se acabó.- Estuvo un rato en silencio hasta que habló por fin.
- No estoy seguro de poder acatar tantas normas... Soy quien las da, siempre.- Su voz sonaba grave y ronca.
- No te resultó muy difícil antes... Y disfrutaste dejando que nos guiase a los dos.- Leo tiene tanto tacto... Pero era verdad, le gustó y le costó muy poco dejarse llevar.
- Necesito saber si hay alguna norma con la que no te sientas cómodo, si es así, lo de antes solo habrá sido un encuentro casual. Lo dejaremos así y seguiremos con nuestras vidas como si nada hubiese pasado.- Lo miré a los ojos y por alguna razón estaban impregnados en ira por un segundo pero justo después esbozó una sonrisa y se bebió el último trago de su vaso.
- Solo hay una en la que me gustaría negociar. ¿Qué os parece que durmamos juntos solo cuando esa noche hayamos tenido sexo? De todas formas dudo que pueda llegar a mi habitación.
- No.- dijo Leo, esa norma era una inamovible para él. Nuestro acuerdo era distinto del que ofrecíamos a los demás.
- No voy a poder subir tres pisos, después de...
- Esta casa es grande, ubícanos en tu planta. Como ha dicho mi mujer, si no estas de acuerdo con las normas, se acabó.- En cuanto Leo se refirió a mi como su mujer, supe que estaba marcando territorio y que se estaba mosqueando. Vladimir por otro lado estaba disfrutando más de lo que debería de la situación.
- Esta bien, os moveré a la habitación de al lado... Pero si que me gustaría añadir una norma, no quiero nada de teléfonos, ni cámaras ni nada que transmita señales en esa planta. Es por seguridad.- Eso era razonable, su trabajo no era del todo normal y debía ser precavido.
- Ahora tenemos que saber tus límites, ¿qué es lo que no harías bajo ninguna circunstancia?- Se levantó y se acercó a donde estaba yo, me miró a los ojos y pude ver a la bestia que estaba intentando retener, estaba excitado.
- Como has dicho, me fío de ti. Así que asumiré que sabrás qué no puedes hacerme nena.- Estaba tan cerca de mi que notaba sus labios rozando los míos y estaba notando como mis bragas empezaron a estar mojadas.
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Perversión
RomanceMaría, una estudiante de medicina de 22 años y una millonaria primeriza, recibe un inesperado regalo, un ático de lujo en New York de un tal Vladimir Ivankov. Con la única condición de reunirse con ella en persona en ese mismo lugar. Vladimir, por...