Nickolay
El último año había sido de todo menos tranquilo, desde que María se había ido tanto Vladimir como Leonardo estaban descontrolados. En poco tiempo esos dos se habían convertido en inseparables, y lo peor de todo, entre los dos se alimentaban mútuamente para ser cada vez más sádicos. El hecho de no saber absolutamente nada de María solo hacía que sus ansias de sangre aumentasen. Y a decir verdad, me ponía nervioso no tener noticias suyas, aunque sabía que era muy capaz de mantenerse a salvo, estar sola podía jugar en su contra. Desde que me recuperé de las lesiones que esos dos psicópatas me hicieron, me pasaba las horas buscándola, tenía la necesidad de saber si estaba bien, no tardé demasiado en arrepentirme de haberla dejado continuar con ese plan. Encontré que seguía trabajando en su empresa desde el lugar donde estuviese y eso me bastó. Revisaba cada día si daba instrucciones a espaldas de Vlad y Leo, estaban demasiado centrados en no sentir su pérdida que no sabía de qué serían capaces de saber lo que yo estaba haciendo. A decir verdad, ni siquiera tenía sentido que el día que regresé me dejasen continuar con vida, había traicionado a Vladimir y a la bratva al esconder y proteger el secreto de mi prima.
- Vladimir, tengo que hablar contigo, es urgente.- Me ignoró, pasó de largo para irse directamente a su despacho. No tenía muchas ganas de hablar con él pero desgraciadamente para mi, tenía que hacerlo.- Es sobre María.- Paró en seco y cuando finalmente me miró, tenía la mandíbula completamente tensa, y los ojos más oscuros que jamás le he visto.- Os veo en el comedor.- No tardaron nada en reunirse conmigo.
- Habla.- Leo estaba de mal humor como de costumbre, y tenía el mismo aspecto de querer matarme que siempre. Respiré hondo y me preparé para tener una conversación de la que estaba seguro que no iba a salir vivo.
- La tiene, Igor la tiene.- Los dos estaban en shock no se esperaban eso.- Algo le ha pasado y no pinta nada bien.- Los dos se acercaron, respiraban entrecortadamente y se les empezaron a hinchar las venas del cuello.
- No hables de lo que no sabes.- Vlad sonó muy enfadado pero no podía dejar que mi miedo la perjudicase.
- Llevo un tiempo siguiendo sus movimientos en internet, y...- Leo me agarró del cuello y me estampó en la pared, tenía la cara muy roja y la mandíbula muy apretada. Joder daba verdadero terror.
- Nos dijiste que no la buscáramos y ahora nos vienes con esta mierda.- Me estampó la cabeza a la pared.- ¿Desde cuándo?¿Desde cuándo sabes de ella?
- Unos m-meses.- Apretó aún más mi cuello y empecé a ver borroso, le di golpes en los codos aunque no fue suficiente para que me soltase.
- ¡Leo suéltalo!- Le miró, soltó el aire que estaba aguantando y me soltó. Me caí al suelo de rodillas e instintivamente me llevé mis manos al lugar por donde me tenía agarrado, tosí hasta que recuperé el aliento. Me levanté y Vlad me agarró del brazo hasta hacerme sentar en una silla.- ¿Qué sabes?
- Nunca he mirado dónde estaba escondida, he podido hacerlo pero he confiado en ella. Todos los días envía instrucciones y solicita los avances de los nuevos proyectos... Nunca ha dejado de hacerlo, no hasta ahora. Lleva semanas sin hacer eso... Y hace un rato ha saltado una alerta, una que no pinta bien.
- ¿Qué?
- Sus bots han enviado un mensaje de alerta médica grave con una ubicación.
- ¿Dónde está?
- Alemania, y por el lugar parece que sea una de las bodegas de Igor.
- ¡Joder! Leo llama al piloto, salimos en una hora y tú sé útil rastrea todos los movimientos del alemán, quiero saber dónde está ese hijo de puta.- Se alejó y me dejó sentado en la silla.
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Perversión
RomanceMaría, una estudiante de medicina de 22 años y una millonaria primeriza, recibe un inesperado regalo, un ático de lujo en New York de un tal Vladimir Ivankov. Con la única condición de reunirse con ella en persona en ese mismo lugar. Vladimir, por...