Jane

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María Garza

Conduje hasta llegar a un bar a las afueras de la ciudad, en medio de la nada. Donde solo suelen haber personas de paso y unos pocos habituales. Estaba realmente cabreada y necesitaba hablar con alguien.

Al entrar en el bar vi a Jane, la propietaria y la camarera del lugar. No me miró muy bien y a decir verdad no la culpo, nuestro pasado no era el mejor. Me senté en la barra y dejé dinero sobre ella, vino de mala gana y lo cogió.

- ¿Qué quieres María? Esperaba que te hubieses ahogado en tu fortuna.

- Lo de siempre.

Se fue a buscar lo que le había pedido. Me trajo un chupito de tequila, y una mezcla de ron con cola. Se quedó delante mío, y pude ver que el tiempo no había pasado para ella, seguía igual de impresionante. Ella vestía siempre de cuero negro y hoy no era una excepción, llevaba el pelo recogido en una trenza larga de pelo pelirrojo, y sus ojos grises me estaban escudriñando. Levantó el chupito a modo de saludo y se lo bebió de un trago. Yo hice lo mismo con mi copa.

- Otra, por favor.- Me sirvió la segunda copa y esperó a que hablase.- Estas igual.

- María, otra vez no. Solo vienes aquí a emborracharte, lo que no pasa desde que triunfaste.

- Ojalá me hubiese ahogado en dinero.- sonreí sin ganas.- Haré lo que siempre hago aquí, emborracharme y por favor no llames a Leo. Dormiré en mi coche, el mercedes de fuera.- Le di las llaves, me bebí la segunda copa y le pasé el vaso para que me lo rellenase.- Otra.- Me la sirvió y se quedó mirándome un rato antes de seguir con su trabajo. No tardé demasiado en pedir la cuarta copa.

- ¿Ya habla la María graciosa?

- Es..so parece. Ten..ngo preguntas.- Arrastraba las palabras.- Pero qui...ero otra.- Señalé a mi vaso. Ella negó con la cabeza pero me sirvió otra copa.

- ¿Qué quieres saber?

- ¿Como logras estar siempre así de guapa? Estas preciosa.- Volvió a negar con la cabeza.- Sabes, me haces parecer un orco.- Hubo un silencio incomodo, y ella siguió sirviendo a los demás clientes en la barra.- Ojalá nunca hubiese salido del orfanato, me hubiesen matado allí.- Me reí sin gracia.- Preferiría estar muerta, os daría menos por culo a todos.

- Sigo sin saber por qué no le has contado a nadie que eres adoptada pero sí a mi. 

- Porqué te lo dije borracha... Además confío en ti.- La señalé con el dedo.- Hoy hice un trato con el mismísimo diablo... A Leo no le gusta, lo he forzado... Oye, ¿sigues teniendo tus maravillosas pastillitas?

- No te voy a dar ni una sola, me estas asustando.

- Otra, camarera aburrida.- Le hice una mueca y me e sirvió otra copa.

- Es la última que te voy a servir esta noche.- Le hice un puchero pero no funcionó.

- ¿Querrías saber de tus padres biológicos si los tuvieses?

- ¿Te han contactado?- Asentí.- Justo después de tu fama... No creo que quisiese conocerlos de ser tú. Te abandonaron de niña y no se han acordado de que tenían una hija hasta que te has vuelto asquerosamente rica... ¿Recuerdas algo de ellos?- Asentí.- ¿Qué recuerdas?

- Es mejor no rememorar esa escena. ¿Me sirves la última? Prometo irme a dormir al coche después.

- María no te has dado cuenta pero hace rato que solo estamos las dos aquí, así que nos tomaremos tu y yo la última botella de tequila que me queda. Después iremos a mi despacho a dormir, ese coche parece incómodo.- Hizo una mueca y sirvió un par de chupítos. Al acabarnos la botella, me llevó a su despacho, en dos años no había cambiado nada, aún estaba allí el sofa-cama azul y es diminuto escritorio repleto de papeles. Nos acostamos las dos en esa cama y recordé las veces que habíamos acabado en este lugar. Aquí supe que Jane era una muy buena amiga, me recibía siempre con los brazos abiertos a pesar de haber sido una zorra con ella. Solo venía a beberme las penas y los disgustos, y eso lo quería cambiar.

PerversiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora