Acto 19: El solo de Perú

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Hoy era un gran día

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Hoy era un gran día. El niño alpaca sujeto su libretita y pluma en sus puños, asintiendo con emoción a todas las indicaciones de su senpai.

-Solo sonríe Perú-kun- Japón le señaló sus propios labios-. La sonrisa es lo más importante.

Perú afirmó con su cabeza, determinado a ser el mejor mesero del mundo.

-Mira como lo hace tu genial y fantástico senpai- el gato le guiñó un ojo y caminó hacía la mesa que un par de viejitos ya ocupaban- Buenos días, soy Japón, bienvenidos a "La cocotte française", ¿puedo tomar su orden?- dijo fuerte y claro.

-Ay, pero mira que lindo muchachito- la anciana estiro su arrugado brazo y acarició la cabeza del gato, quien se quedó de piedra.

-Nosotros teníamos uno igualito, ¿te acuerdas Mariana?- preguntó su marido.

-¿Qué son las cuerdas de marciana?

-¿Qué dijiste?

-¿Qué?

Los ancianos pusieron sus manos en sus oídos, forzándose a escuchar al otro.

-No, es un gato...

-¡Ah! Debe ser hijo de la vecina, ya sabes como es...

-¿Y mis pastillas?

-Esto va para largo- se lamentó el gato- Perú, ve a la otra mesa y pide su orden- lo corrió Japón con una sonrisa tensa señalando con la cabeza a otro par de figuras que estaban a sus espaldas.

-¡Si!- La alpaca hizo un saludo militar y se fue.

-Buena maraña, bienvenidos a Japón, soy "La Cocotte Française", ¿puedo tomar su Perú?- se llevó las manos a la boca-. Pe-perdón, es mi primer día- se excusó bajando sus alargadas orejitas y jugando apenado con sus dedos.

-Dummy

-¡USA!

¿Qué tanta suerte debía tener para que su primer cliente fuera el americano? Una sonrisa se apoderó de su rostro.

-¡Hola!- inconscientemente se llevó una mano al cabello, tratando de peinarlo.

-Hi- respondió el otro, usando el menú como barrera contra las alegres vibras del tonto niño. Era muy temprano como para tolerar tanta efusividad.

-Jamás te había visto por aquí...- observó Perú, entrando en pánico porque su pluma se atoró en su cabello- auchi- se quejó bajito cuando se arrancó el boli y unos cuantos pelos.

-La malvada madrastra me obligó a desayunar aquí hasta nuevo aviso.

-Oye...- se enojó el pelirrojo que estaba sentado en la misma mesa.

-Whatever- el rubio los ignoró para dar una hojeada al menú, lamentándose de la falta de carne en el mismo.

-Hola, soy Canadá, su herma...- intentó presentarse el pelirrojo.

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