Acto 18, parte 2: Estrés y falta de enfoque

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Argentina se quería morir de la vergüenza

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Argentina se quería morir de la vergüenza. Aún no podía superar que estuvo casi una hora, tirado en el suelo de un probador con olor a alfombra sucia y que "amiguito sin astas" simplemente no bajara. Permanecer escondido en los probadores, con una erección palpitante y tratando de que no ser descubierto no era exactamente como esperaba pasar su tarde.

Luego recibió otro regaño de Gales, por saltarse el trabajo, pero eso poco le importo dado que lo único en su cabeza era el hecho de haber besado al inglés.

B. E. S. O.

Brusco

Encuentro

Sucio

Osado

Según la RAE, la palabra beso se define como: "Tocar u oprimir con un movimiento de labios, al impulso del amor o del deseo o en señal de amistad o reverencia".

¿Impulso de amor o deseo? ¿O señal de amistad? Argentina no tenía amigos que lo besaran en la boca, mucho menos a los que quisiera enterrarles la lengua, pero la primera pregunta era mucho más peligrosa de responder, era una puerta que de solo abrirla daría paso a una avalancha de mil preguntas más pesadas capaces de aplastarlo.

No, esperen, Argentina no beso a su jefe, su jefe lo besó a él. Quien diga que el orden de los factores no afecta el producto esta mal, pues claramente lo hace.

En la batalla de la seducción, quien hace el primer movimiento es el único que puede cargar con la culpa, las consecuencias y los beneficios. Por tanto, todo era culpa de Inglaterra. 

O eso creyó el venado hasta que su cabeza idiota le indico que, sin importar quien había iniciado, hubo un beso, uno que le gusto tanto que prácticamente invito a sus dientes y lengua a participar. Y fue él quien empujo a Inglaterra contra la pared para toquetearlo

Es decir, tal vez, si jugaba bien sus cartas, podría deshacerse de su virginidad con un sujeto sensual y de largo cuello cual cisne con olor a dulce de leche...

-¡No! Nop, no, ¡Agh!- Argentina desquito su furia forzando un brazo de maniquí en una camisa.

Estaba frustrado. Inglaterra había faltado por dos días y la semibestia debía lidiar solo con el desastre. Por ahora, maldecía al rubio, evitaba los probadores como la plaga y tiro todos los cartones de leche de la casa a la basura.

-Pues claro, como es el jefe, se puede dar el lujo de ser un cobarde, pero uno que es burro y necesita la plata...- mascullaba. Una mujer tomo a su hijo por los hombros y caminaron lejos del malhumorado venado.

Ni siquiera entendía porque estaba tan frustrado. Si lo pensaba bien, el hecho de que Inglaterra lo besara significaba que su plan de seducción había resultado, ¿cierto? Pero había algo que lo hacía rabiar, algo que no identificaba, algo que lo hacía sentir mancillado, utilizado y... rechazado.

La camisa se rasgo de la axila, simplemente era muy pequeña para el maniquí.

-¡Argentina!- Gales por supuesto que lo vio y lo llamó a parte. El venado giro los ojos, dejo todo por la paz y se preparó para otro regaño.

Nuestro veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora