Acto 20: Celos y encantos

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México se hizo pendejo en la sala de cambio, esperando a que estuviera completamente vacía antes de llevar a cabo su plan

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México se hizo pendejo en la sala de cambio, esperando a que estuviera completamente vacía antes de llevar a cabo su plan.

Sin moros en la costa, abrió su casillero y sacó su mochila.

El vestido se veía algo arrugado, pero nada de lo que preocuparse. Tragó en seco y poco a poco se deshizo de su ropa.

-Ay virgen santísima madre del amor hermoso- musitó mientras se deslizaba dentro de la prenda. No había espejo alguno en la sala, por lo que no sabía si se veía bien o no, pero esperaba que fuera lo primero. Por lo menos su vista de águila le ayudaba para saber que ni un vello había en sus piernas.

Pasó toda la tarde de ayer rasurandose y después tiró el rastrillo, total, no creía que su padre lo extrañaría.

Antes de salir respiró hondo y se recordó que, si todo salía mal, podría sacar los pantalones deportivos y cambiarse.

"Vamos México, eres un chingón, puto, pero chingón" se hecho porras mentales y salió a enfrentar el mundo.

La extraña prenda lo hacía sentir muy torpe, es más, a los ojos de un tercero, parecería un niño que camina con ropa mojada.

Con la mochila en sus hombros y la cara mirando al suelo, se fue caminando.

México intentó ignorar la surreal y embarazosa sensación del viento en sus piernas. De alguna manera se sentía desnudo y con cada paso se convencía más y más de que todo esto era una mala idea.

Lo peor eran las miradas de algunos indiscretos, es decir, sabía que se veía raro, pero no debía ser para tanto, ¿o sí?

¿Y si Pelirrojo 1 lo veía y le daba asco? De pronto, la cita que tanta ilusión le había ocasionado le parecía la experiencia más aterradora de su vida.

-¡Ay!- gritó asustado cuando algo voló y se pegó a su cabello- ¡AAAHH!- gritó más asustado porque la cosa resultó ser una araña.

Una familiar araña de peluche.

-JAJAJAJAJA- esas risas, conocía muy bien esas risas de muñeco poseído por el mismísimo satanás.

-¿Qué quieres, escuincle?- preguntó.

Rusia salió de detrás de una maceta y le arrojó algo. Los reflejos del mexicano fueron rápidos y atraparon la pequeña pieza blanca.

-¿Pero qué...? ¡Iugh! ¡Que asco!- México arrugó la cara al abrir su palma.

-¡Es mi diente de leche!- anunció feliz el osito, metió su dedo en su mejilla y estiró su cachete para mostrar su hueco.

-Iuh- repitió el mexicano agitando las manos.

-¡No lo tires! Es de buena suerte- el osito se acercó por su diente, lo sacudió y estiró su manita en dirección al mexicano.

México se quedó con cara de WTF, definitivamente este contaba como uno de los momentos más random de su vida.

Nuestro veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora