Acto 17, parte 1: ¡Las manos en alto!

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-¡Mira! Mira!- entré a la tienda casi saltando, emocionado mientras sujetaba mi globo

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-¡Mira! Mira!- entré a la tienda casi saltando, emocionado mientras sujetaba mi globo. Sabía que estaba actuando como un niño, pero, como dice mi abuelito, todavía soy un niño, así puedo hacer cosas infantiles, ¿no?

-¿Y mis paletas?- pero Chile parecía no estar interesado en mi globo transparente lleno de confetis dorados y negros.

Obvio que me moleste y le arroje las dichosas paletas en el mostrador.

-Ah, ¿con qué esas tenemos?- Chile salió de detrás del mostrador, su alta figura se inclino amenazante sobre mí. De pronto note sus manos llenas de anillos y asumí que, si me golpeaba con ellos, dolería más.

Sin querer, empecé a temblar.

-L-lo siento- murmure.

-Mas te vale, nerd- odiaba que me llamara así. Él me dio la espalda, como si no valiera la pena hablar conmigo.

-No te tengo miedo lagarto- ¡pero claro que si le tenía miedo! Yo y mi gran bocota.

-¡GRRWAR!- rugió de pronto y yo salte haciendo un ruido super agudo. Digo, super masculino.

Chile bufo divertido y regreso a la computadora.

Sentí mi cara enrojecida pero no dije nada, camine hacia la mesa para iniciar mis tareas, pero antes amarraría mi globo a la sill...

¿Dónde está mi globo?

-Nooo- chille bajito y creo que mi lloriqueo canino llamó la atención del chileno.

Chile me miró, luego al techo y de nuevo a mí. Rápidamente junte mis manos, baje mis orejas e hice temblar mi labio, todos los adultos se enternecen cuando pongo los "ojitos de cachorrito".

-Se más cuidadoso con tus cosas- excepto él.

-¡Ayúdame! Por favor o, o, o- empecé a pensar- l-le diré a mi madre que me pegaste.

-¿Qué?

Y ¡bang! Que estrelló mi cabeza en la mesa.

-¡Puta la wea! Para, para, esta bien, esta bien- Chile salió del mostrador- Eres un pequeño manipulador, ¿sabes?- sin embargo, se subió a la mesa y desde ahí saltó pero le falto poco para tomar el listón de mi globo.

-¡Otra vez! ¡Otra vez!- aplaudí animándolo. ¡Vaya que podía saltar muy alto!

-Esto no se va a poder así- se llevó las manos a la cadera y miro el globo, pensativo-. Ya sé, ven, súbete a mis hombros- y se agachó.

-¿Q-qué?- no, no había manera en que haría eso.

-Has lo que te digo- y antes de darme cuenta, me sujeto de los costados y me elevo en el aire. Mi teoría era cierta, no le costaría nada levantarme con sus brazos, pero la comprobación de mi hipótesis se vio nublada por otra variable no controlada: la altura.

Nuestro veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora