Acto 12, parte 2: ¿Y ahora?

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"Ya valí verga" México regreso a su cuarto para cuidar de Perú, quien, por fortuna, seguía dormido

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"Ya valí verga" México regreso a su cuarto para cuidar de Perú, quien, por fortuna, seguía dormido. "¿Qué voy a hacer?" se preguntaba internamente.

Esa mañana, después de casi cortar la cola de su hermano, se fue cual chico empoderado y con actitud a la sala de conserjes, solo para ponerse su uniforme y seguir a Nicaragua hasta el centro del mall.

-Bueno chico al fin usaremos esas alas tuyas- dijo el hombre señalando las decoraciones inflables de flores y anuncios de tela de distintas tiendas que colgaban del techo.

-Vas a ayudarlos- continúo señalando a un equipo de técnicos- y de paso que puedas hacer algo respecto a las telarañas y polvo de las cornisas.

-Si hago esto ¿por fin tendré mi propia radio?- preguntó emocionado.

-Jaja, ya veremos- dijo Nicaragua riendo y alejándose con una sonrisa.

La tarea no fue complicada, solo se puso sus gafas y un trapo en la boca para evitar el polvo, le tomo 20 minutos terminar con la limpieza.

En cambio, la tarea de descolgar los adornos fue más tardada, pues el procedimiento era meticuloso y además de que debía evitar chocar con otro alado.

México daba todo de si para no distraerse, pero...

-¡México! ¡México! ¡Oye! ¡México! ¡Aquí! ¡Oye!- sería más fácil si cierto niño castroso no le estuviese gritando cada tres segundos.

-¡¿QUE QUIERES?!- le importaba muy poco las miradas juzgadoras de los adultos, es más, debían aplaudirle porque se ahorro un "culero" al final de la frase.

-¡Hola!- lo saludo el osezno agitando sus manitas con emoción desde el baranadal del primer piso.

México quería mostrarle el dedo medio, pero sabía que debía mostrar madurez y respeto, así que solo le saco la lengua y volvió a su trabajo.

-¡Mé-xi-co! ¡Oye!- el chico lo ignoro, concentrado en quitar los seguros de uno de los anuncios- ¡Oye! ¡Oye! ¡Oye!

-Rusia, estoy trabajando- hablo alto, claro y molesto.

-¡Mira!- pidió el niño. México conto hasta tres y dirigió su mirada hacía el pequeño oso.

Osito que le apuntaba con una pistola de balines de juguete.

Retrocedió para evitar las municiones, pero termino chocando con una persona atrás de él, sus alas se trabaron por el golpe y tuvo que sujetarse de una tela para evitar la caída.

-Ay virgen ¡Rusia detente!- El pánico paralizo al ave. ¿Alguna vez has sobrepensado como caminar y, de pronto, simplemente no puedes hacer una actividad tan básica? Eso le paso al chico.

-O- ¡OIGAN!- ahora Rusia gritaba para que alguno de los alados se percatará de que México estaba en problemas- ¡OIGAN!

Pero los muy estúpidos creían que los estaba saludando y solo recibía sonrisitas y manos agitadas.

Nuestro veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora