Acto 9, parte 1: Sobre ropa vieja

637 96 26
                                    

España preparaba tranquilo el desayuno mientras sus somnolientas niñas esperaban con calma en la mesa, bostezando con la gracia de los infantes. Se veían todas lindas con sus mejillas abultadas recargadas en sus manitas y aún en sus pijamas.

El pelirrojo mayor se sentía tranquilo, en paz. Ver el chorizo en el sartén lo tenía hipnotizado, chispeante y sacando toda su grasa, como si lo animara a creer que hoy sería un buen día, lo aplasto con la espátula solo para deleitarse con el sonido chispeante de la carne cocerse.

Nada podía perturbar su paz.

-Papaaaaa- Argentina alargó la última vocal, detonando su apatía a la vida a la par de querer fastidiar a su padre- Se rompió mi pantalón ¿me lo arreglas?

El adolescente apareció en el desayunador sujetando en sus manos unos pantalones de mezclilla que parecían más harapos unidos por hilos que una prenda en si.

-Papi, Argentina está en ropa interior- señalo la uruguaya y las niñas se taparon los ojos mientras se reían.

-¡Argentina! ¡No exhibas tus miserias en la casa, ponte pantalones! - España se dio la vuelta y le lanzó la cuchara que había usado para cocer el chorizo, junto con su paz, atinando certero a la frente de su hijo.

-¡Ay! ¿Por qué me pegas? ¡Me voy a quejar con los derechos de seres!

-Deberías ir con derechos de animales y, de paso, que te adopten en el zoológico, ¿cómo se te ocurre salir en cueros pedazo de animal?

España se quitó su mandil y lo ato a la cintura de su hijo.

-Ya pueden abrir los ojos niñas- las chicas obedecieron, pero se rieron más fuerte al ver a su hermano mayor con un mandil rojo que parecía una falda.

-Hijas de...- inicio Argentina humillado, más se calló al ver los ojos de pistola del español.

-Weón, te queda la falda- Chile hizo su oportuna aparición y ni aviso para darle una sonora nalgada al argentino.

-¡Hijo de tu reputisima madre!- aullo con dolor el venado.

-¡ARGENTINA!- España le dio un fuerte coscorrón.

Argentina se mordió los labios, jurando que algún día denunciaría a su padre por maltrato y abuso, pondría droga en la mochila de Chile para que lo encerrarán y a las niñas las mandaría a un internado lejano y olvidado. Todos sufrirían por humillarlo. 

-¡Que bien se ven tus piernas!- La observación honesta de México al entrar en la cocina fue muy mal recibida por el argentino, quien también empezó a idear una manera de hacerlo pagar.

-¡Basta ya! Sentaos o juro que os corto las piernas- rugió España, haciendo que su cabello pelirrojo se crispara, haciendo que sus cuernos de toro se vieran más amenazantes. Los chicos de inmediato tomaron asiento- Dios mío, no entiendo cómo pueden armar tanto escandalo desde temprano.

Los chicos solo sonrieron con pena, pero no parecían arrepentidos. La quimera española suspiro frustrado y no insistió. Tomo la cacerola de huevos revueltos y la mezclo con el chorizo antes de servirlo, para entonces, Perú también ya había bajado, saludándolos con una sonrisa.

Al menos alguien tuvo una mañana tranquila.

-Papá, mis jeans se rompieron, el bolsillo se cayó, no puedo ir así al laburo, ¡me verían media pompi! Debes arreglarlo- musito el argento mientras se llenaba la boca "o mejor ya ni me presento" pensó. ¿Cómo reaccionarían en el trabajo si llegaba con los pantalones rotos? Casi le da un ataque de risa al imaginarse al concheto de su jefe desmayándose por ello.

-Ya están muy viejos, mejor tíralos- respondió sin pena el español.

-Pero son el único par bueno que tengo- en serio Argentina parecía angustiado- mejor ya no presento y así no paso vergüenzas...

-Si vuestra ropa tiene agujeros, la tela es vieja o decolorada es justo que te deshagas de ella.

-Pero me gustan mucho- intento defenderse.

-¡No puedes seguir vistiéndote como un vago!- exclamo el español.

-¡Pero papá! Toda nuestra ropa es así- replico México ofendido.

Era cierto, todo el guardarropa de los adolescentes se conformaba de ropas de tiendas baratas o de segunda mano, incluso algunas eran heredadas de parientes mayores. Lo peor era para Perú y México que lo único nuevo en sus armarios era la ropa vieja de los mayores.

-Si, no tenemos cosas bonitas porque somos pobres- replico Argentina.

-A ver bola de tarugos- España empezaba a perder la paciencia- ¿De qué les sirve tener un trabajo?

-Para... ¿Qué no nos veas tan seguido en la casa? - contesto México.

-En parte, pero no.

-¡Sho sé!- interrumpió el argentino- nos vas a empezar a cobrar renta.

-¡No weón! Es nuestro padre, no haría eso... ¿verdad?

-Veremos. - No se le había ocurrido a España, la idea lo hizo sonreír.

-Trabajamos para cimentar las bases de nuestro futuro, ahorrar, aprender la importancia del dinero y ser mejores personas- respondió Perú con una sonrisa.

España los miro atónito.

-¡Hijos del maizal! Para – tener- dinero- idiotas- con cada palabra, dio un coscorrón en la cabeza de sus hijos- Trabajan para tener dinero.

Los cuatro pares de ojos se abrieron con sorpresa.

-No jodas, es cierto- Argentina tenía la expresión de quien descubre el sol es el centro del universo.

-¡Significa que podremos comprarnos ropa!- se alegró Chile.

-Si- gritaron sus hermanos

-¡Gastemos todo nuestro dinero como queramos!- cometo Argentina.

-¡SI!- corearon los cuatro.

-¡Compremos helado hasta no ver fin!- se animó Perú.

-¡SI!- se sumaron las hermanas.

-¡Nos haremos tatuajes en el brazo!- celebró el chileno

-¡SI!

-¡Compremos putifaldas!- propuso México

-¡SI! No, espera, ¿qué?

-Que nos lo gastemos en una puta con falda...

-¡NO! ¡Gilipollas!- otra vez España los golpeo- ¿Qué pasará si se gastan todo su dinero en esas estupideces?

-¿Sacamos más de tu bolsa?- y Argentina se llevó una cachetada que casi le reinicia el sistema. 

Nuestro veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora