Acto 12, parte 1: ¿y ahora?

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-Nuevo Mundo...- el agarre sobre su teléfono era tan tenso que sus nudillos se volvían blancos, y nada ayudaba lo que estaba escuchando el otro lado de la linea.

-¡Es tu hijo! Por Dios mujer, te necesita... NO, no te atrevas a colgar ¡Maldición!- España azotó el aparato en la pared. Cayó en su cama con los codos en las rodillas y la frente en sus manos. Esto no podía estar pasando ahora.

-No vendrá ¿verdad?- Chile estaba al marco de la puerta, con la mirada gacha y el entrecejo unido, parecía que quisiera gritar pero se contenía mordiendo sus labios.

-Lo siento- fue lo único que pudo decir.

-Ni siquiera debías llamarle, no es como si realmente le importáramos- soltó con resentimiento y la voz quebrada.

-Chile, no hables así de tu madre.

-¡UNA MADRE ESTARÍA AQUÍ! ¡AYUDANDO A SU HIJO!- exploto por fin el chileno- Estaría preocupada por su familia.

Esta debería ser la parte donde España tomaba a su hijo en un abrazo reconfortante y le decía que su madre si se preocupaba por él y sus hermanos, que los amaba y que siempre pensaba en ellos. Incluso, podría decir que ella pronto regresaría a casa.

Pero ya hacía algún tiempo que el español se ahorraba esas mentiras, por lo que padre e hijo se conformaron con un abrazo.

-Nosotros estamos aquí y nosotros nos cuidamos- murmuró España. Chile asintió en silencio, pero el mayor aún podía sentir su rabia y abandono, así que lo abrazo con más fuerza, con una vaga esperanza de que entendiera que él lo cuidaba y que no lo dejaría.

-Bueno, venga- se separaron después de un rato en silencio-, llama a tu tía Azteca, nos ayudo mucho cuando fue el celo de México, esperemos el mismo remedio pueda aplicar a Perú. Yo iré a ver que tal esta.

-Si papá-

Ambos salieron del cuarto, cada uno con destinos diferentes.

-¡Papá, lo siento!-

-Que bueno que lo lamentáis Argentina- musitó enojado el español pasando de largo donde su hijo llevaba parado más de tres horas mirando una esquina.

No sería un castigo tan malo, de no ser porque su celo pedía acostarse y pasar la fiebre en cama, pero como su pecado fue acabar los supresores de México, que bien podrían ayudar a Perú, su padre lo hizo mojarse en agua helada y quedarse de pie en la esquina.

-¿Puedo pasar?- toco el español la puerta con calma.

-Si- se escuchó de México.

Al abrir la puerta lo ataco un hedor dulzón y empalagoso, sin quererlo se tuvo que cubrir la nariz.

Su hijito, Perú, estaba recostado en su cama, dormido en medio de un nido pequeño, hecho con algunas de sus prendas, de sus hermanos y de él, y con unas mantas ligeras para cubrirlo. Su carita estaba roja y sus mejillas tenían las marcas de sus lágrimas. El pobre temblaba y sudaba al mismo tiempo.

-¿Cómo esta?

-Pues, si es como yo, seguirá sintiendo dolor por toda la semana- respondió el mexicano tomando una tela húmeda y colocándola en la frente de su hermano.

España quería tomar a su adolorido hijo para mecerlo en sus brazos como cuando era un bebé y solo eso bastaba para despejar su dolor y angustias. Pero sabía que lo último que su hijo omega necesitaba era el contacto de su padre alfa.

-Intente darle el té que mi tía me indico, pero no le gusta- comento México. Su otro hijo omega parecía muy cansado-, por lo menos ahora está durmiendo.

Honestamente, España jamás entendería porque la naturaleza se empeñaba en crear omegas masculinos. Las hembras nacen con todo ya listo para engendrar bebés y su primer celo es como si alguien llegase a encender una luz en una casa ya construida. Mientras que los machos tienen que sufrir por que su útero, de por si pequeño, se despierta un día y dice: "Quítense que aquí les voy". Madurar un órgano de la noche a la mañana es horrible.

Mil veces peor era ver a sus hijos quejarse del dolor y no poder hacer nada al respecto, además de la angustia de que alguien pudiese abusar de ellos. No era justo.

-Ven, necesitamos hablar- soltó España. Ambos salieron del cuarto con mucho cuidado de no hacer ruido.

España también llamo al argentino y Chile, para sentarse los cuatro en la destartalada mesa del comedor.

-El tío Inca me mandará unos remedios- indicó Chile-, son los mismos que le funcionaron a esa mu, ejem, a mamá- se corrigió al ver la advertencia en los ojos de su padre.

-Bien- al menos, se alegraba que la familia de Nuevo Mundo no les diera la espalda.

¿Qué había hecho mal para que ella se marchará? Solo recordaba a su novia, maleta en mano y el silencio en sus labios, llevarse el auto para nunca regresar.

Pero este no era el momento de mortificarse con ella, había un tema más apremiante que discutir con sus hijos. Respiro hondo antes de hablar.

-Me despidieron de la fábrica- soltó con rapidez.

-¿Qué?

-¿Por qué?

-¿Papá?

España debió haberlo visto venir, ¿medio tiempo y misma paga? Si, era un trato de locos, un sueño demasiado bueno para ser verdad. Resulto que su jefe solo quería que el nuevo sujeto se acostumbrara a su trabajo antes de darle el puesto.

¡Trabajo ahí por diez años y ni una explicación le dieron!

-No importa eso- continuo el español-, no fui el único. Planeamos demandar, fuimos varios a los que despidieron y ni siquiera nos han pagado nuestra liquidación, esos cerdos asquerosos.

Miro a sus hijos.

-Estaremos un poco cortos, pero- esto era más humillante de lo que había pensado-, miren, no quiero hacer uso de los ahorros que serán para su educación, así que...

-Deberemos cooperar con los gastos de la casa- termino el argentino.

-Es correcto- un silencio incomodo inundo el lugar- Por fortuna tienen sus empleos, eso nos ayudara a mantenernos a flote en lo que encuentro otro trabajo y pagan mi liquidación.

México, Chile y Argentina intercambiaron una mirada incomoda.

-¿Puedo contar con ustedes?

-Po-por supuesto- afirmo el chileno con una voz nerviosa.

-S-si papi, yo me rajo- se comprometió México desviando la mirada.

-Claro que si papá, no problema- afirmo Argentina con el sudor cayendo de su frente.

-Gracias chicos- El español se levanto de su silla y abrazo a su hijos- les prometo que saldremos de esto.

Los cuatro tragaron en seco.

Nuestro veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora