Capítulo 23: Mr. y Mrs. Desastre

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—¿Qué pasa, Len? —Isa salió de la trastienda con una caja en las manos. Mi amiga no tardó ni un segundo en identificar al personaje que estaba al otro lado del mostrador.

—¿Qué hace él aquí? ¿Qué no te dije que no le llamaras? Me marcho un instante y sucumbes a la tentación. Si tú no tienes vergüenza y dejas que cualquier capullo venga a pisotearte yo no. Por eso fuera, vamos, largo…

—Pero si yo solo…

—Vamos, nadie le rompe el corazón a mi mejor amiga y queda impune. Sal antes de que…

—¡Ya vale Iz! ¡Solo está comprando un cuaderno!

Grité para que la morena dejara de apuntarle a Yoongi con un...¿destornillador? Por qué no me reía de la situación. Sin lugar a dudas debía tener el sentido del humor en el subsuelo.

—Pero…

—Ella no me ha llamado…de eso estoy bastante seguro—dijo Yoongi cuyo rostro ahora era más bien un papel. Iz murmuró unos cuantos tacos antes de mirarlo fijamente.

—Aja…Si necesitas una mano no dudes en gritar. No me fío de este—señaló al peli gris con sorna antes de recoger la caja de destornilladores.

Ambos la vimos serpentear por el pasillo. Menuda defensa que me había hecho la morena. Suspiré dispuesta a tratar a mi cliente como toda cajera. Pura y fría cortesía. Por qué tenía que ser tan guapo y ni siquiera ser consciente de eso. No había pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos y podía notar que no era la única afectada. ¿Era la sudadera o estaba más delgado?

—Tu pintalabios está corrido—dijo él sacándome de mis inoportunas cavilaciones.

Tuve ganas de decirle que era su culpa por aparecer así de la nada pero en su lugar me mantuve fiel a mi promesa de no mostrar ni el más mísero sentimiento. Ese era su juego, no me quedaba otra que devolverle cada golpe y aguantar.

—A veces lo dejo así por deporte—rectifiqué el exceso de pintura con el dedo. Nos volvimos a mirar. Entonces él se humedeció los labios con la lengua y mi pulso se volvió loco.

—¿Qué no ibas a comprar un cuaderno? —dije para cambiar de tema. Algo parecido a una sonrisa apareció en su cara. Mierda, mierda, mierda.

—Hace siglos que espero porque me cobres.

Y si no fuera él, diría que acaba de transmitir otra cosa con esas palabras. Resoplé frustrada. No perdía tiempo para hacerme sentir como una niña pequeña.

—Son tres con ochenta y cinco—dije de mala gana. Suga se tomó su tiempo para pagar. Ni siquiera empaqueté el dichoso cuaderno. La verdad tenía ganas de golpearlo para que dejara de mirarme de esa forma.

— ¿Tienes un cargador portátil? —preguntó con su maldita voz arrastrada. Me saldrían arrugas a este paso.

—En la trastienda—dije entre dientes. Por lo visto mi mala cara lo divertía. Guardó el cuaderno en su mochila con toda la parsimonia del mundo y de un salto estaba del otro lado del mostrador.

—¿Se puede saber qué haces? —casi chillé. Ahora estábamos muy cerca. Al punto que podía sentir su perfume y un ligero toque mentolado. No, esto no puede estar pasando.

—Voy a la trastienda contigo. Necesito hacer una llamada y no tengo batería ¿Quieres otra explicación?

Lo miré otra vez. No estaba mintiendo aunque bien podría haber planeado todo ¿Cómo podría saberlo? Ya, que haga su llamada y se vaya con su aroma incluido a ver si yo puedo respirar con normalidad.

•INCO13PLETE •© MYG#1BSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora