Capítulo 49: Un mundo solo para nosotros

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Bostezo otra vez y mis ojos se adaptan a la oscuridad. Deben ser casi las cinco. Beso a mi hermano en la frente y mis pies encuentran el frío entablado del piso. Las viejas tablas de la casa Woo crujen bajo mi peso.

Termino de estirarme y efectivamente, mi teléfono confirma que faltan quince minutos para las cinco. No me toma mucho tiempo tomar una ducha y cepillarme los dientes. Como es de esperar Madre Woo ya está en la cocina cuando alcanzo la planta baja.

—Aún es temprano Iz—dice sin dejar de atender la labor en el fogón. Me robo una de las manzanas sobre la encimera.

—Cuando Miguel abra los ojos ya no habrá un minuto de paz, y hoy tengo mucho más que hacer.

—Claro.

Madre Woo no me mira pero sé que está pensando en lo mismo que acaba de encender mis mejillas. Me encierro en el cuarto de la colada. Es un verdadero horno y eso que ayer llovió. Trato de no darle muchas vueltas mientras separo la ropa de color de la blanca.

Al final es el ruido de la vieja lavadora la que ameniza mis pensamientos. La despedida en el porche me saca un inconveniente suspiro. Viví un cuento de hadas por unas horas y solo porque él estaba allí para sostenerme en sus brazos. Madre Woo lo vio todo y no dudó en decirme a la cara de que era amor, yo solo me quedé en blanco. No podía o no quería traducir lo que experimentaba con solo pensar en él.

Ni tampoco me esforzaba mucho por controlar la marea de hormonas que me invadía en su presencia. Un golpe en la puerta del pequeño cuarto me hizo pegar un bote en el lugar.

—¿Qué haces tonta?

Era Ryo y su mala costumbre de meter la nariz donde no lo llaman.

—Es obvio. Voy a despertar a Miguel.

Contesté con intenciones de subir pero el castaño no dudó en tomarme de la muñeca como solía hacer cuando éramos más chicos. Enarqué las cejas.

—Hay un tipo en el porche preguntando por ti. Mi hermana está con ellos.

No tenía siquiera que pensarlo, el latir descontrolado de mi corazón me decía que era él. Sin importarme la diatriba de maldiciones que echaba Ryo por tal comportamiento corrí rumbo a la puerta principal y efectivamente se trataba de mi rubio bruñido.

Madre Woo charlaba con él y el chico del pelo púrpura que desde ayer sabía que se llamaba Jin. Solo tuve que bajar los escalones del porche para que la abrazadora mirada del rubio me encontrara.

Y entonces todo se redujo a los nervios atenazando mi estómago. Olvidé que existía el mundo y solo cuando esos ojos almendrados estuvieron a centímetros de mi rostro me di cuenta que casi no respiraba.

—Hola—dijo él atrapando mi mano derecha en sus hermosos dedos. Las mariposas dieron otra turbulenta vuelta dentro de mí.

—Hola—contesté en casi un susurro y de no ser por la cantidad de público en el lugar lo habría besado.

Se veía tan guapo en esa playera blanca y los pitillos azules. Madre Woo se encargó de que todos ingresáramos en la casa. La anfitriona ofreció té y parte de los panquecitos que acababa de hornear, yo solo era consciente de la presencia de Nam, al punto que no me di cuenta de lo que Ryo decía con el ceño fruncido.

—Es cierto, es muy temprano aun, pero Lena insistió demasiado.

—Aun así no creo que Issabelle deba pasarse un fin de semana sola por solo complacer un capricho de esa niñata.

—¡Ryo! —gritamos madre Woo y yo al mismo tiempo. El aludido solo frunció más el ceño.

—Es la verdad, se nota que no tiene que romperse la espalda trabajando como Iz.

•INCO13PLETE •© MYG#1BSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora