Capítulo 4: Parece una cita

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—¿Shampoo con queratina?

Preguntó ella consultando el papel que me habían dado los chicos. Me encogí de hombros a modo de justificación.

—¿En serio Jimin usa todo esto? Dios, ha superado más de veinticuatro productos para el cabello y créeme que sé de lo que te hablo ¿Estás bien?

Sí muy bien, en cuanto dejes de sonreírme cada vez que hablas de ese idiota recuperaré la facultad de respirar.

—Aun no compramos las cosas de Jin.

—Las más prácticas para un chico y una casa.

Contestó ella terminando de acomodar la tienda de cosméticos de Jimin en el carrito.

—Dime él es como el padre de todos ustedes ¿Verdad?

—Más bien la madre ¿Puso la salsa picante en la lista?

—Aja—dijo ella y arrojó un paquete de hamburguesas para preparar al bulto de cosas que ya habíamos encontrado. Decidí llevar los pepinillos encurtidos también.

—¿En qué parte de Estados Unidos vivías? ¿Lena?—era la primera vez que la llamaba por su nombre y la susodicha no estaba ahí para felicitar mi pronunciación. De hecho a dónde se había ido.

—¿Lena?—me quité el cubre bocas para que me oyera mejor, pero aun así no obtuve respuesta-Justo lo que faltaba.

Abandoné el carrito junto a la sección de las verduras mientras trataba de encontrarla sin llamar la atención. No tardé mucho en localizarla junto a la estantería de los libros de ¿Ciencia?

Me acerqué sin hacer ruido. Quería contemplar el espectáculo unos minutos más. Lena estaba sentada en el piso del supermercado como si fuera algún lugar familiar.

Abstraída por completo en un grueso libro de tapas negras y color acero. Su ceño se fruncía en ocasiones como si cuestionara las palabras que sus ojos azules leían con rapidez.

Metí mis manos en los bolsillos del pantalón, sino lo más probable es que me sentara a su lado y la abrazara.

De dónde había sacado la idea. Sacudí mi cabeza para alejarla de inmediato cuando una niña pequeña llegó corriendo a mis pies.

—¡Suga, Suga!

Oh, no, el cubre bocas. Le sonreí a la pequeña mientras Lena se levantaba a toda velocidad y dejaba lo que fuera que estaba leyendo. Sus ojos azules se iluminaron al ver la escena que protagonizaba la niña a mis pies.

—Hola nena ¿Por qué no vienes conmigo mientras Sugar regresa con los otros niños?

—¿Es tu novio?

Mis mejillas se pusieron calientes ante ese comentario. Lena solo sonrió como el mismo Sol antes de tomar a la niña en brazos.

—¡Mi Soo!—una mujer apareció de repente para rescatar a su hija de los brazos de Lena. Ya me había puesto el cubre bocas así que la señora solo se disculpó antes de llevarse a la niña que no paraba de decir mi nombre. Ufff eso estuvo cerca.

—Vamos Sugar, no tenemos todo el día—ella me tomó de la mano para que regresáramos por el carrito. Esta vez tuve valor y mis dedos aprisionaron los suyos mientras la hacía frenar para caminar uno al lado del otro.

—Deja de llamarme así y no vuelvas a desaparecer.

—No fue tan grave y te seguiré llamando Sugar, me recuerda la canción de Maroon 5.

Otra vez esos malditos hoyuelos. Apreté su mano a modo de protesta. Como a ella parecía no importarle el hecho de ser casi unos extraños y andar cogidos de la mano no me negué ese pequeño placer. ¿Y desde cuando tomarla de la mano me complace?

—Este era el último. Creo que nos merecemos un descanso después de guardar la compra ¡Oh, Dios, son la cuatro!

Su cara alarmada me hizo salir de la batalla interior que estaba luchando.

—Siento pedirte esto pero... ¿Podrías darme un aventón?

Y con esos ojos azules como el mar quien podría negarse. Asentí aun sin saber lo que me pediría.

—Gracias, Kookie tenía razón cuando dijo que todos eran los mejores.

Lena me ayudó a cargar con las bolsas en el auto a cambio de que la dejara frente a un edificio inmenso donde trabajaba su hermano Aaron.

—Gracias otra vez. Me encantó salir de compras contigo. Supongo que te sigo debiendo un regalo de disculpas...ya sé, te llevaré café la próxima vez que Kookie me invite a su casa. Que llegues bien.

Se despidió agitando la mano. Yo ni siquiera pude hablar. Mi corazón iba a mil por hora desde que la había descubierto del otro lado de mi bolsa de café. Curiosamente no había tomado nada de cafeína y mis sentidos estaban como una verdadera vaya eléctrica.

Volví a observar la entrada del edificio por el que ella había desaparecido y el olor a canela impregnado en el auto me saludó de vuelta.

¿Está mal si pienso en ti como en una cita?

Vi como el auto se perdió en el tráfico de la ciudad mientras mis latidos volvían a ser normales

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Vi como el auto se perdió en el tráfico de la ciudad mientras mis latidos volvían a ser normales. Cómo era posible, cómo había sobrevivido a una hora a su lado sin meter la pata completamente. Era un alivio que no me conociera nada, sino se habría dado cuenta de mis nervios.

Me da por hablar como una trastornada cuando estoy nerviosa, eso sin contar el hecho de que me pongo torpe. Cuando era pequeña tartamudeaba, luego lo compensé con hablar más rápido de lo normal. Lo cierto es que soy tímida a mi manera y cuando Yoongi me tomó de la mano en el supermercado tuve que hacer un esfuerzo por no salir corriendo como alma que llevaba el diablo.

Por qué su silencio y su ceño fruncido no parecían más que alentarme a llenarlos con mi constante parloteo. Por qué siento que a partir de ahora, me gustará más el café.

•INCO13PLETE •© MYG#1BSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora