Capítulo XIII

460 46 73
                                    

El transcurso del día estaba siendo muy diferente en cuanto al ambiente. Después de aquel beso antes de comer, donde predominaron la delicadeza y la dulzura, además de las intenciones muy alejadas de lo sexual, entre ambos se había creado una cierta incomodidad que no sabían cómo cesarla. Es como si hubieran vuelto a ser completos desconocidos, sin el atrevimiento que tuvieron desde un inicio. La situación les había transformado en jóvenes vulnerables, incapaces de hacer volver sus personalidades y relación que les caracterizaba.

El paseo que había planeado Louis para la tarde decidió posponerlo para el día siguiente, debido a que empezó a llover con fuerza. Decidieron quedarse en casa, sin saber qué hacer.

Ninguno se atrevía ha hablar del tema. Optaron por ignorar lo sucedido y hacer como si no hubiera pasado nada. Tal vez eso era lo correcto, o eso pensaron.

No sabían en qué momento había surgido, pero estaban en la habitación del ojiazul, desnudándose y comiéndose la boca. El calor aumentaba en sus cuerpos, a la vez que las prendas iban desapareciendo de ellos. Los suspiros y jadeos era lo único que se escuchaba en la casa, pero algo era distinto a las otras veces: esa estúpida delicadeza.

El rizado estaba bajo el modelo, que comenzaba a besar su cuello con un poco más de desesperación. Utilizaba su lengua, mordiendo levemente de vez en cuando, marcando al más alto, que suspiraba y se removía de un lado a otro, creando una ligera fricción con sus miembros aún bajo sus boxers.

—¿V-voy muy rápido? —preguntó Louis separándose del cuello de su jefe. Tenía sus mejillas algo sonrojadas por el calor y su cabello lucía alborotado. El director sonrió admirado por la imagen que tenía delante y negó.

—N-no, sigue así. —tomó sus mejillas y le atrajo hacia él para comenzar a besarle.

¿Por qué ahora nos preocupamos tanto por esto?

Las manos del castaño recorrían la lechosa y suave piel del ojiverde, con una fragilidad y delicadeza únicas, lejos de lo que era común entre ellos. Normalmente se tocaban y manoseaban más salvajemente, de forma más obscena. Hoy no era así.

Tras separarse para recuperar un poco de aire, el ojiazul realizó un recorrido de besos por las clavículas de su jefe, bajando un poco más hasta sus pezones, que besó con más ganas, utilizando su lengua, sacándole un pequeño gemido al ojiverde. Siguió el camino hasta llegar a su abdomen, parando en su entrepierna tapada. Retiró poco a poco su ropa interior, descubriendo, al completo, el miembro erecto de Harry. Hizo lo mismo con su propia ropa, quedando desnudo del todo. Volvió a subir a sus labios y comenzó un beso un poco más intenso, pero sin salir de esa línea delicada y diferente.

—L-lou...hazlo ya...

—Shh, espera, debo prepararte —susurró en su boca y acercó su mano al cajón de la mesita, sacando un preservativo y un bote de lubricante de cereza. Lo último se lo mostró al rizado y éste asintió con una sonrisa.

Se puso el condón y desenroscó el tapón del lubricante, aplicando una cantidad generosa en su mano. Rodeó su propia hombría y comenzó a estimularla lentamente. Estaba de rodillas frente a su jefe, que observaba la acción hipnotizado. Su mano fue directa a su miembro, masturbándolo de la misma forma. El resto de lubricante que quedó en los dedos de Louis, fue suficiente para estimular a Harry, que esperaba impaciente. Le introdujo dos dedos en su entrada, moviéndolos a un ritmo algo acelerado, pero nada brusco. El sonido que se creaba era muy excitante.

—Joder, que apretadito estás... —miraba cómo sus dedos entraban y salían. Introdujo un tercero y calló los gemidos de su jefe con sus labios sobre los suyos, comenzando un beso necesitado y un poco más desesperado.

Duelo de poder || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora