Capítulo XVII

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Cuando Harry despertó y un fuerte dolor de cabeza le azotó en cuanto abrió los ojos, maldijo de nuevo a la bebida y a él mismo por no haberse controlado. Colocó su mano sobre su frente, aprisionándola a la vez que apretaba sus orbes verdes, como si así fuera a aliviar cualquier rastro de molestia.

Es la última vez que bebo.

Eso digo siempre, en verdad.

Se incorporó en la cama y bostezó, cuando unos suaves ronquidos sonaron por encima. Miró hacia donde provenían, encontrándose con Louis. Dormía boca abajo con su rostro de lado contra la almohada. Lo que no cubrían las sábanas, se podía ver qué estaba sin ropa. El rizado comenzó a palpar su cuerpo, dándose cuenta de lo que pasó anoche.

—Joder, y ni me acuerdo... —susurró entre dientes.

Trató de levantarse de la cama, pero un mareo le hizo caer contra el suelo de cara. Tiró un despertador que había en la mesita de noche, que impactó con fuerza e hizo sonar en toda la habitación. Eran las doce de la mañana. El modelo se levantó de golpe.

—¡Ladrón, hijo de puta! —Exclamó con la voz ronca. Miró a los lados y parpadeó extrañado. Se asomó donde cayó Harry y alzó una ceja—. ¿Pero qué cojones?

A pesar del mismo dolor de cabeza que su jefe y los mareos, logró ponerse los calzoncillos que tiró por la cama la noche anterior y se levantó para ayudar al rizado.

—¿Estás bien? Vaya hostiazo te has dado. —Tomó su mano y le puso de pie con cuidado. Éste frotaba su cabeza mientras fruncía el ceño.

—El despertador es el que ha sonado, pero vamos, que si, me he metido una buena hostia —Resopló y miró al más bajo, que aguantaba la risa—. Eres un cabrón, no te vayas a reír.

—Perdón pero, me hace gracia imaginarte cayendo desnudo. —Soltó el aire por la nariz, comenzando a reír.

—Hmm, muy gracioso. —Rodó los ojos y se separó de él—. Me voy a dar una ducha.

—Primero unos buenos días mínimo, ¿no? —tomó su cintura.

—Buenos días —soltó seco.

—Uyy, que mal despertar tiene la princesa —Rio y el ojiverde se separó gruñendo.

—Vete a la mierda. —Tomó su ropa y resopló dirigiéndose al baño. Una mano le azotó el trasero. Fulminó a Louis con la mirada y le sacó el dedo, desapareciendo por la puerta.

Se dio una relajante ducha, quedando limpio y perfumado por el gel de baño olor a melocotón de su modelo. Cuando terminó de retirar el champú de sus rizos, abrió sus ojos, topándose con unos orbes azules mirándole. El grito que salió de lo más profundo de su garganta, pudo haber reventado el espejo y cualquier cristal de la casa. Del susto resbaló, pero los brazos del mismo que le asustó le sostuvieron. Reía en carcajadas, cosa que a Harry no le dio ninguna gracia.

—¡Casi me da un puto infarto! —Exclamó alterado y enfadado. El mayor reía sin parar.

—¡Vaya cara has puesto! —Le cargó con cuidado y le sacó de la ducha, dejándole de pie y envolviéndole con una toalla. El ojiverde parecía un niño enfadado.

—No tiene gracia, William. —El nombrado cambió su expresión, arrugando su frente.

—¿Cómo sabes mi segundo nombre? —sonó ofendido.

—Ehhh, ¿porque todo el mundo lo sabe? ¿Porque eres mi puto empleado? Ata cabos, neurona frita.

—¿Que me acabas de llamar? —Aguantaba la risa nuevamente. Parecía que la resaca le estaba afectando más que la propia borrachera. Su jefe le miró y comenzó a sonreír.

Duelo de poder || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora