Capítulo XXXVI

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Louis' POV:

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Si pudiera hablar con el Louis que tenía veinte años de edad, le diría que fuera más inteligente, y saliera corriendo de la oficina de RegalWear antes de firmar. Lo recuerdo como si hubiera pasado ayer...

Louis Tomlinson, un joven apasionado por la moda desde que tenía uso de razón, logró ingresar en una de las escuelas del sector más prestigiosas del país. Su madre ahorró suficiente dinero como para ayudar a su hijo a cumplir uno de sus sueños. Habían arrastrado años duros, y ya era hora de cambiar el rumbo, de tener buenas noticias en su vida. Su hijo le agradeció por el impulso que necesitaba. Amaba a su madre; sin ella, tal vez no hubiera alcanzado sus deseos. Prometió devolverla todo el dinero y ella se negó rotundamente, le dijo firmemente:

—Daría mi vida por ti y por tus hermanas, cariño. Siempre pondré de mi parte para que podáis ser lo que queráis ser.

Y es que ella sabía el don que poseía su hijo. El ojiazul de tan solo veinte años recién cumplidos, tenía un talento único; había nacido para ser modelo. Era capaz de subirse sobre una pasarela y recorrerla con la mejor de sus caminatas, cautivando a cualquiera que pusiera un ojo en su paso. Cuidaba muy bien de su salud física, así como de su piel y rostro, haciéndole lucir fresco y delicado como una frágil muñeca de porcelana.

Su estancia en la escuela de moda fue muy corta, ya que su talento flechó a varias empresas de alto nivel. Ojeadores de diversas marcas querían a toda costa a aquel chico, ofreciéndole hasta el mundo entero, con tal de hacerle formar parte de su equipo. Sin embargo, Louis no era capaz de tomar una decisión, puesto que no se decantaba por una empresa en concreto, hasta que el mismo director de una de las marcas más prestigiosas del momento, logró hacerse con el talentoso modelo.

Una mañana de otoño, una de las instructoras de la escuela entró en la gran sala de pasarelas, donde todos los modelos practicaban sus caminatas y demás actividades. Iba acompañada de un hombre que rozaba ligeramente la vejez. Ambos sonreían con entusiasmo mientras caminaban hacia el joven ojiazul, que se encontraba junto a sus compañeros.

—Tomlinson —anunció la mujer—, mira, este es el señor David Federson, director general de la empresa RegalWear.

El primer nombrado miró a su instructora y después ojeó a aquel hombre. Sonrió al igual que ellos y se acercó. Conocía de sobra a la persona que tenía delante. El veterano alargó su mano hacia él, en busca de ser estrechada. Louis aceptó el gesto de inmediato, uniendo sus manos en un amistoso saludo.

—Es un placer, señor Federson. —sus ojos se iluminaron.

—Lo mismo digo, muchacho. ¿Ha oído hablar de mi empresa?

—¡Oh, claro que sí! —sus rostro se iluminó más— Son una de las mejores marcas de moda del momento.

El hombre soltó una pequeña risa, halagado y asintió con una sonrisa.

—Exacto, y podríamos ser la mejor, con alguien especial en nuestro equipo —sonrió más y miró a la instructora— ¿Podría llevarnos al muchacho y a mí a una sala más privada para hablar, señorita Woods?

—Por supuesto que si, síganme —ofreció la mujer con amabilidad.

Los tres abandonaron la gran sala y se adentraron por los largos pasillos de la escuela. Llegaron hasta una puerta que daba a una pequeña oficina, que debía servir como un simple despacho. La instructora abrió la puerta y les hizo pasar.

—Cuando hayan terminado de hablar, avisen en conserjería para que vayan a cerrar con llave, ¿de acuerdo?

—Si, señorita Woods —respondió el castaño con una sonrisa.

Duelo de poder || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora