Una historia en la cual Harry Potter tiene una hermana melliza, Dahlia. Al cumplir ambos once años reciben su carta de Hogwarts enterándose por primera vez sobre el mundo mágico y todo lo relacionado a lo que fue la vida de sus padres.
Dahlia Potter...
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CAPITULO 2: LA CARTA DE HOGWARTS
Privet Drive, 4
Little Whinging. Surrey, Inglaterra.
Una semana antes del cumpleaños de los mellizos Potter...
Al final el castigo a causa de la boa había sido el castigo más largo en la historia de los hermanos Potter. Las clases ya habían acabado y para mala suerte de ambos hermanos, los amigos de Dudley iban a visitarlo a su casa todos los días.
Por lo que ambos hermanos pasaban el día fuera de la casa, siempre juntos a donde el otro fuera.
— Lia — habló Harry llamando la atención de su hermana quién estaba acariciando una pequeña flor que había estado un poco marchita minutos atrás.
— ¿Sucede algo? — preguntó mientras se levantaba limpiando sus manos en su pantalón.
— ¿De verdad quieres ir a esa escuela conmigo? — preguntó el castaño mientras limpiaba sus lentes entrecerrando sus ojos para poder mirar a su hermana.
— ¿Por qué? — preguntó algo confundida mientras se acercaba a su hermano.
— Puedes ir a la misma escuela que Dudley, la tía Petunia te lo ofreció.
— Pero yo quiero ir a la misma escuela contigo, además Dudley es odioso cuando está con sus amigos. — negó estremeciéndose y miro a su hermano acercándose enganchando su brazo con el de su hermano que ya se había puesto sus lentes.
— Pero...
— ¿No quieres estar con tu hermanita, Harry? — alzó una ceja de forma acusatoria y su hermano negó rápido.
— No, no. Jamás me alejaría de ti, eres mi hermanita.
Ella asintió y le dio unas pequeñas palmaditas en la espalda a su hermano antes de separarse y dejarse caer sobre el césped.
— Deja de preocuparte, Harry. Mientras estemos juntos todo estará bien.
Harry asintió acostándose a un lado de ella y ambos observaron el cielo lleno de nubes.
— ¿Crees que papá y mamá nos estén viendo? — preguntó Harry mientras buscaba alguna forma en las nubes.
— ¿Tal vez? — sin darse cuenta llevó su mano al collar que colgaba de su cuello.
