Una historia en la cual Harry Potter tiene una hermana melliza, Dahlia. Al cumplir ambos once años reciben su carta de Hogwarts enterándose por primera vez sobre el mundo mágico y todo lo relacionado a lo que fue la vida de sus padres.
Dahlia Potter...
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CAPITULO 5: TREN A HOGWARTS
El mes había pasado más rápido de lo que esperaba Dahlia. Durante esos días se había dedicado a leer todos los libros que había comprado, después de todo no quería llegar sin saber nada y que luego se atrevieran a juzgarla también por su conocimiento sobre la magia.
Los Dursley habían cambiado un poco, al menos la tía Petunia era más amable con ellos y Dudley lo era cuando su papá no estaba en la casa para llamarle la atención por intentar juntarse a los mellizos Potter.
Vernon, por suerte ni les dirigía la palabra, era como si ninguno de los niños existiera.
Las comidas eran más silenciosas de lo normal, pero para suerte de ellos la tía Petunia no les pedía que ayudaran en nada. Era Dahlia quien se ofrecía a ayudarle, sentía que de esa forma el tío Vernon no se enojaría tanto con ellos.
El último día de agosto los mellizos, bueno Dahlia seguida de Harry, se acercaron al tío Vernon para hablar con él ya que debían ir a la estación King's Cross.
— Tío Vernon.— habló la menor esperando que su tío dejara de ver el periódico.
Pero fue ignorada por él, así que esta vez Harry carraspeó intentando llamar la atención de su tío a lo que este gruñó en respuesta.
— ¿Qué quieren? ¿No ven que estoy leyendo en paz?
— Mañana necesitamos estar en la estación King's cross, nuestro tren para ir a la escuela sale a las once de la mañana. — Se apresuró a decir Dahlia.— ¿Nos puede llevar por favor?
— Sabemos que la tía Petunia estará ocupada y no queremos molestarla a ella. — agregó Harry.
— ¿Por eso me molestan a mí? — Bajó su periódico para mirar a los niños con molestia. — ¿Se puede saber dónde queda esa bendita escuela?
Los mellizos se miraron y luego negaron sintiendo sus mejillas arder al no saber la respuesta.
— No sabemos dónde queda Hogwarts.— murmuró Harry.— pero sabemos que debemos ir al anden nueve y tres cuartos. — agregó.
La confusión se plasmó en el rostro del señor Dursley.
— Eso no existe, deben estar equivocados. No quiero que me hagan perder el tiempo. — habló Vernon dispuesto a volver a leer su periódico e ignorarlos.
— No es equivocación, el billete dice eso. Solo tiene que llevarnos mañana temprano, por favor.— volvió a pedirle Harry.
Una idea pareció cruzar por la mente del señor Dursley que los quedó mirando un par de segundos antes de pasar una manos por su bigote acomodándolo.
— Está bien, los llevaré mañana solo para que se den cuenta que ese lugar que ustedes dicen no existe.
Harry asintió más que alegre mientras que Dahlia observó a su tío con desconfianza.
