31 de octubre, 2004Eco estaba cubierta por una sábana larga con agujeros en las cuencas de los ojos. Estaba emocionada por salir a recoger dulces; desde que había escuchado hablar de un niño, su ilusión no había hecho más que aumentar.
—¡Boo!
Gritó al saltar el último escalón de la escalera, provocando un susto más de preocupación que de temor. Esme sentía que, si su corazón aún estuviera vivo, la emoción de su hija por saltar con aquella sábana puesta desde ese escalón le habría causado un espasmo desagradable. Su ceño fruncido lo demostraba.
—No saltes así, te puedes lastimar, cariño —pidió Esme.
La pequeña fantasmita corrió hacia su mamá para abrazarla y calmarla. Había sentido el sentimiento que le causó, y la miró detenidamente.
—Perdón, mamá. No era mi intención preocuparte ni asustarte —dijo Eco con una mueca imposible de ver.
—Mientras no lo vuelvas a hacer, te lo perdonaré, cariño mío —respondió Esme, abrazándola con ternura.
—Te amo, mami, no lo haré más —contestó Eco mientras la abrazaba fuerte y luego se separaba. «Al menos no en la escalera, aún tengo ganas de lanzarme desde algún lado y que mi cuevito me atrape como todo un héroe», pensó divertida la ojiverde.
Edward frunció el ceño al sentir una mención hacia él; lo percibió por la sensación de cariño que inundó su pecho. Al abrir la puerta, dejó ver su rostro cubierto con un parche de pirata en su ojo izquierdo. La ternura lo dejó estático con su mano en el cerrojo de la puerta.
—¿Eco, ya estás lista para pedir dulces? —preguntó mientras buscaba a sus demás hermanos a la redonda.
Sin embargo, Jasper apareció llegando desde la cornisa junto a Alice.
—¿Se nos unirán? —preguntó Eco al ver que no estaban muy disfrazados.
—Alice te acompañará, yo me quedaré para evitar problema... —empezó a decir Jasper.
El sonido similar al croar de una rana se escuchó, y sin poder evitarlo, todos supieron que aquello había molestado a su compañera. Lo confirmaron cuando la fantasmita se plantó frente a Jasper.
—Agáchate —pidió Eco con una voz demasiado pasiva, casi ronroneando.
Jasper, por reflejo, al percibir una orden, lo hizo, tragando saliva ante la seriedad y molestia que percibía en ella.
La fantasmita tocó el rostro del sureño entre sus manos y lo apretó ligeramente en los mofletes.
—Tú no eres un peligro. No vas a causar problemas. Repítelo conmigo y sella la promesa con un beso aquí —dijo Eco, señalando un punto en su mejilla.
Aquello hizo que más de uno sintiera celos.
—¡Será tu primer beso! ¿Por qué yo no? —se quejó Alice al verlo.
Edward hizo una mueca de disgusto, sintiendo los mismos celos que Alice.
Jasper se sintió pequeño ante la sensación de ser juzgado y regañado por ella, por lo que se centró en esos ojos verdes que lo hacían perderse en el momento.
—Tú no eres un peligro./No soy un peligro —repitieron ambos al mismo tiempo, mientras Jasper sentía la caricia mimosa y seria de Eco—. No vas a causar problemas /No voy a causar problemas.
El rubio tembló al dudar si debía hacerlo o no, pero fue Eco quien lo estiró hacia ella. Sin poder evitarlo, cayó sobre los labios de ella; todos escucharon cómo su corazón se aceleraba y cómo el calor invadía sus pechos en una sensación tan plena. La joven retrocedió, llevando una mano a su corazón y otra a sus labios.
«¿Esto es amor?» pensó con una voz subconsciente tan temblorosa como una gelatina.
Edward sintió celos, pero los soportó porque sabía que su momento para besarla también llegaría, y sería muy especial.
—Me estiraste, damita. Eso es trampa —reclamó Jasper, que si no estuviera muerto, estaría sonrojado como un tomate.
—Me dio ansiedad, y no... no me arrepiento —admitió Eco con las mejillas muy calientes, y salió por la puerta rápidamente, hasta desaparecer del rango de todos.
—Ella está perdida en un buen mar de emociones positivas. Le gustó, y aun así sigue avergonzada —comentó Jasper.
—¿No les pasa por la mente lo tierna que es nuestra compañera? —suspiró enamorada Alice.
—Así es. Vayamos antes de que termine la noche y no le alcancen los dulces —recomendó Edward.
Alice arrastró a Jasper hacia fuera. La emoción no cabía en ella, había visto la felicidad de su compañera trascender tan alto que esa noche deberían cuidar mucho que no exagerara con todos los dulces que recolectarían.
—¡Adiós, mamá! —exclamaron los tres, subiéndose al Volvo negro.
Esme sonrió enternecida. Sus hijos estaban madurando y creciendo, y estaba feliz de que su hija menor lograra la fortaleza de sus hermanos/compañeros, de una forma sana y competitiva, hacia el mejor camino.
Esperaría el chisme a la vuelta, porque presentía que esa noche de Halloween sería muy movida.
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CAMUFLAJE (Cullen)
أدب الهواةCREPÚSCULO FANFIC - POLIAMOR Carole, una joven de cabellos negros y ojos verdes, es una metamorfa Cammaleoniri olvidada, sin recuerdos de su pasado ni de su origen. Su vida cambia drásticamente cuando el hielo que la aprisiona se derrite en Forks, l...