CAMUFLAJE (Cullen)

🦎 Capítulo 58

Eyes on fire.
Blue Foundation
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Isabella Swan se encuentra leyendo un libro antes de clases. La portada muestra claramente una obra de arte obscena de dos mujeres, que ella guarda sutilmente entre las mangas de su chamarra verde musgo oscuro. El título de la obra es apenas visible para los ojos humanos, pero alguien con sentidos agudos podría leerlo como: "Los ojos del ciervo", de Carlota Echalecu Tranchant (1998). Mientras lee, a través del auricular detrás de su lectura se escucha la canción "Eyes on Fire" de Blue Foundation, su música favorita.

«Sólo veo una cortina de humo que me impide distinguir las caras de los demás, rasgada en un punto por los ojos de Beatriz. Ojos oscuros como pozos, abiertos como los de un ciervo asustado. Miraba de frente, a los ojos, provocadora e ingenua. Destilando con su mirada una fuerza que hipnotizaba...»

Sin embargo, al mirar de reojo a su alrededor, nota que todos observan hacia una parte en particular. Sus ojos y mente dejan de prestar atención a su lectura para enfocarse en los autos lujosos de la familia Cullen; tras estacionarlos, los ve bajar, pero una en particular brilla en presencia más que todos los demás integrantes.

Eco sale del auto y se despide con un insignificante beso en la mejilla de Edward, Alice y Emmett.

—¡Qué tengan buen día, hermanitos!

Ese dulce deseo endulza a todos los jóvenes adolescentes y chismosos en el estacionamiento. Aunque la incómoda mirada entre Rosalie y Eco se nota, Jasper no deja que la sensación persista mucho tiempo, estirando la conversación hacia el salón del instituto y comentando algo sobre una tarea.

Bella no puede apartar la mirada, aunque lo desea, no lo logra hasta que Eco desaparece de su vista. Al no poder verla más, se asegura de guardar su libro y quitarse los auriculares, guardando rápidamente sus cosas en la mochila.

El timbre suena, anunciando que pronto empezarán las clases. Bella debe llegar pronto; tal vez Eco estará en alguna de las clases que tiene ese día, ya que parece tener casi la misma edad. Se asegura de trancar las puertas de su auto y apura el paso hacia su primera clase, Biología.

Al entrar a la clase, entrega el papel que confirma su asistencia al profesor para que lo firme, tal como le explicó la secretaria. Es un justificante parte del papeleo atrasado por llegar a mitad de año a la institución.

Cuando pasa cruzando frente al ventilador de pie, sus nervios se disipan por un momento. Busca de reojo a su querida crush, pero no la encuentra por ningún lado, solo puede ubicar a su hermano Cullen, el cobrizo, en los primeros lugares de la clase, al lado derecho.

—Siéntese en aquel espacio libre; será compañera de grupo del señor Cullen —anuncia el profesor Jefferson.

Bella asiente con la cabeza ante la recomendación y se dirige hasta el lugar cercano a la ventana, dejando al cobrizo de ojos dorados en la zona lateral izquierda de la mesa. Él no dice nada, pero la decepción y desilusión por no encontrar a Eco se refleja en su rostro.

Eco no asiste a este curso.

«¿Será que es mayor de edad? Qué rara seré, gustándome una chica mayor que yo», piensa con vergüenza.

Pero rápidamente se enfoca en la clase, que para su fortuna es una repetición, aunque es la que menos le gusta recordar. Debe volver a casa para repasar sus apuntes viejos. Hoy su día parece empeorar, como cualquier lunes.

[...]

Desafortunadamente para Edward, le toca tener clases junto a la humana que no deja de observar a su compañera, y todo empeora cuando percibe el aroma de la castaña al pasar frente al ventilador, un nauseabundo aroma dulce y encantador que hace arder punzantemente su garganta en una sed hipnotizante proveniente del aroma sanguíneo de Bella Swan. Se siente peor aún cuando se sienta a su lado; el aroma se vuelve insoportable en sus fosas nasales y empieza a ser un martirio, ya que no puede dejar de respirar debido a la presencia pública entre humanos.

Un humano sin respirar es un caso inédito de observar.

Y no puede simplemente no hacerlo, o levantaría sospechas ante la humana que acosa a su compañera con suma y atenta curiosidad. Tenso e incómodo, trata de aguantar toda la clase de Biología como puede. Sin embargo, cuando suena la campana para el cambio de clases, no pierde tiempo en recoger sus cosas y huir como si esa humana fuera la peste para él.

Un minuto más cerca, está seguro de que la asesinaría sin pensarlo más. Molesto, incómodo y hambriento, va directo a la secretaría, encontrándose con Alice en el camino.

«He visto que la matabas. ¿Te hizo algo? ¿Qué pasó, Edward?» piensa ella con preocupación y pánico.

Sin embargo, la ignora con una mueca de fastidio y preocupación, llegando directo a la secretaria para preguntar si hay alguna posibilidad de cambiar de clase. La urgencia es tal que, tras escuchar que no hay cupo en otra clase, Edward se siente incómodo, agradece antipáticamente y se retira, encontrándose con la molesta humana en el camino.

—Vámonos... —gruñe Edward, molesto hacia Alice, tomándola del brazo y saliendo de allí tan rápido como puede.

Alice salta nerviosa y mira incómodamente a Bella, sonriendo en disculpa por el comportamiento de su hermano. Juntos salen rápido del lugar; parece que hoy saldrán temprano de clases por urgencia.

Ni siquiera tiene tiempo para avisar a alguno de sus hermanos, porque Edward abre las puertas del auto, y sin perder mucho tiempo, ambos entran en la cabina del vehículo. Edward enciende el motor, hace marcha atrás, gira y pone el auto en movimiento sin mirar atrás. Las venas de tensión y molestia son notorias en el cuello de Edward, al punto que Alice se preocupa de que pueda romper el volante del auto.

—Tranquilo, evitaste el futuro muy bien, Edward... Solo que no sé cómo se lo tomarán el resto... No es normal tu reacción, y me temo que no veo la reacción de Eco al respecto —expresa preocupada, tras no poder ver ningún atisbo cercano del futuro.

Las cosas se complican. Edward Cullen pronto descubrirá que ansiar mucho la sangre de un humano solo significa una cosa, y eso es que se ha encontrado con:

La Tua Cantante.