VII: Haerin... no hay nadie más, solo es ella.

2.2K 249 299
                                    

Danielle nunca besó a ninguna mujer en su vida, ni siquiera por algún reto o broma. Y se suponía que si eso no pasó, entonces besar a chicas no le atraía y el hecho de besar a Haerin no tenía que seguir siendo un tema más en el que pensar. Sin embargo, su hipótesis pasó de besar a chicas debe ser genial a pensar en que solo quiero besar a Haerin y sentir lo genial que debe ser. Y claro que era una gran diferencia pensarlo así.

Cuando Dani pudo tener el espacio solitario perfecto con Haerin, solo pensó en crear un ambiente cómodo para ambas y besarla. Era lo único que quería ahora que las dos se encontraban en el salón del club.

No había reunión y, de hecho, aún tenían que completar las hojas de autorización para el campamento del fin de semana. Pero a pesar de eso, Danielle solo le pidió a Haerin que fuera al salón para verla.

En un principio la chica pensó en que algo hablarían las cinco, pero se impresionó un poco al solo ver a Dani ahí esperándola.

—¿No vendrán las demás? —preguntó Haerin.

Su inocencia causaba risa en Danielle, la cual estaba apoyada en el escritorio mientras veía a la menor acercarse con su taper de frutas en las manos ya vació. Estaban en receso y por eso era más extraño que tuviera una supuesta "reunión" en horario de clases.

—No —contestó con suavidad —, seguramente fue una excusa cuando te dije que sería una reunión entre todas por el club y el campamento.

Haerin ladeó su cabeza y quedó quieta esperando que Danielle se acercará más a ella. Tal vez era la forma en la que no sabía cómo reaccionar o la tensión del ambiente con sus solas respiraciones escuchándose, pero Haerin no se alejó. Esa no era ni su intención más cercana.

—Sólo quería que estuviéramos solas las dos. Hice un esfuerzo grande por venir hasta aquí sin que me vieran —sonrió.

—¿Estar solas? —tragó en seco. —¿P-Pasó algo?

—Puede ser —susurró.

Con suavidad sacó el taper de sus manos y volteó a dejarlo en el escritorio. Haerin se dejó y solo pensó en el tacto tan delicado que Danielle tenía sobre ella.

Una vez se acercó nuevamente, la tensión regresó.

—¿Te he dicho que eres muy bonita para mí? —Dani pasó un mechón de cabello detrás de la oreja de Haerin. —Que pienso mucho en ti y que me haces sentir como si te conociera de toda la vida.

Haerin quiso hablar, pero sus nervios eran tantos que ni siquiera podía formular una mínima frase para contestarle a la australiana.

La cercanía que tenía con ella era tan extraña que llegaba a ser agradable. Tan especial que Haerin sentía cosquillas por todo su cuerpo y que en cualquier momento caería desmayada al piso con su corazón acelerado hasta explotar. Porque sí; su corazón latía muchísimo y no podía detener el hecho de estar así de cerca con Dani.

Porque, aunque le diera muchas emociones juntas, Haerin quería seguir sintiéndolo.

—Yo no sé en qué momento empecé a mirarte solo a ti —continuó hablando. —O en qué momento tu encanto me hizo borrar todas mis dudas.

La mano de Dani suavemente se deslizó por su hombro hasta caer en su mano, la cual agarró con sus dedos sutilmente, como si fuera una caída de pluma. Haerin sintió su piel erizarse como nunca antes, pero correspondió ante ese tacto tan suave y sincero. Podía sentir la calidez de las manos de Dani transformar todo su interior en algo que no podía poner en palabras para explicarlo.

—Es imposible que piense tanto en ti —suspiró. —Sabes que no te quiero incomodar, pero tampoco quiero quedarme con esto atravesado en mi interior.

típicamente popular | daerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora