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V: Los libros que Haerin ha guardado en su corazón.

Cuando Haerin se enfermaba se aburría mucho, ya que su casa era un consultorio de distinta y se la pasaba sola en su habitación porque era incapaz de salir y saludar a los pacientes de su madre que llegaban con frecuencia.

Escuchaba desde lejos los agradecimientos, las charlas, incluso las maquinitas que utilizaba Haewon en el proceso, pero esos solo eran sonidos irritantes que no sabía como bloquear mas que poniendo música.

Agarró el disco que le hizo Hanni titulado: "Al infinito y más música allá" y lo puso en el reproductor. La canción que enseguida sonó fue airplane thoughts de dhruv. Hanni había estado obsesionada con esa canción seguramente unos tres meses y todas tuvieron la obligación de aprenderla e interpretarla en la banda. No era mala, de hecho era relajante, pero para escucharla 24/7... no, Haerin no podía con tanto.

Era bonito mirar todos los cd en sus debidas cajas, siendo que la mayoría eran hechos por Hanni. Sabía que si tuvieran mayor accesos a internet y uno estable, o tuvieran una mejor economía en el pueblo, ella le haría playlist en Spotify cómo bien lo hacía Danielle, pero hasta el momento disfrutaba mucho de los cd porque eran realmente una sorpresa de canciones.

Dejando que la canción la relajase un poco, se puso a revisar sus libros. Pocos libros los cuales estaban ya leídos, pero que nunca más volvió a releerlos por un tema de desinterés, olvido y pereza (a excepción de El Principito, que ese lo leía mucho). Pero ahora, considerando que en serio estaba aburrida, se acercó y tomó uno llamado: "El asno de oro".

Haerin lo reconoció por ser un libro de historias e historias, clásicos de cada país europeo puesto en lo escrito. Habían relatos de Italia, Inglaterra, Alemania, Francia, Portugal, Españoles, Griegos y Romanos. Honestamente seguía sin entender por que tuvo que leer ese libro si no comprometía en nada a Corea o algo parecido siquiera a Asia, pero su abuela lo había traído de la biblioteca de la iglesia y le pidió que por favor lo leyera, que en serio era muy importante.

Ella lo hizo y se tomó el tiempo de leer cada hoja hasta terminarlo. Ahora no recordaba nada de lo que decían todos los relatos de cada país, pero siempre le gustó y le llamó la atención un mito que contaba la historia de Cupido y Psique.

Aquel mito de amor decía que hubo un rey y una reina que tuvieron tres hijas; la menor, siendo la más bella de las tres, se llamaba Psique. Su hermosura era tal que la nombraron como una segunda Venus, quien era la madre de Cupido. El rey trató de buscarle un apuesto hombre para su merecer a través del Oráculo de Delfos, pero éste mismo dijo que ella no estaba destinada a ningún amor de un mortal porque el amor del alma siempre es inmortal. Lo que ella merecía era un Dios temible y deforme a todos los demás dioses e incluso hasta el mismo Plutón.

Venus estaba celosa de la belleza de Psique, así que en su desesperación llamó a Cupido, su hijo, para que con una de sus flechas doradas Psique se enamorara del hombre más feo del mundo. Cupido accedió y mientras eso pasaba, la mujer bella fue a la cima de la montaña hasta llegar al precipicio. Céfiro, el Dios del viento del Oeste, llegó a donde estaba ella y flotando suavemente la condujo a un bosque en donde había un precioso palacio, al parecer deshabitado. En ese momento Cupido apareció y antes de que pudiera lanzar su flecha, quedó profundamente maravillado con la belleza de Psique.

Haerin recordaba que a lo largo de la historia pasaban muchos sucesos que impedían mucho la fluidez de sentimientos entre Psique y Cupido. De hecho, él se juntó con Psique, pero todo fue bajo la condición de que ella no podía verlo y se lo prohibió. Pero claro, después de distintas dificultades, ambos se vieron en la obligación de separarse finalmente. Sin embargo, y por haberse pinchado el dedo con una de las flechas accidentalmente, Psique fue al Olimpo rogando por el amor que sentía hacia Cupido. Los Dioses se sintieron conmovidos con la historia de la mujer, que entonces la perdonaron y decidieron convertirla en una Diosa (la Diosa del alma) para que se reuniera con su amado Cupido y ellos pudieran amarse libremente.