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VIII: Ranita de crochet.

Haerin entró a la pequeña habitación y tomó asiento tranquilamente, como hacía todas las veces que iba para allá.

No tenía un recuento exacto de cuántas sesiones llevaba con la señorita Ban, pero podía asegurar que eran más de ocho o diez. Y eso le había servido. Si hablábamos de resultados positivos, pues Haerin sí sentía que los tuvo.

—¿Cómo estás, Haerin-ah? —preguntó con una sonrisa.

Haerin hizo una leve reverencia antes de contestar.

—Estoy bien. ¿Cómo está usted?

—Bien, Hae. Muchas gracias por preguntar —dijo amablemente. —Bueno, ¿de qué vamos a hablar hoy?

Ella sacó su libreta como siempre y Haerin ya se sentía un poco más libre para hablar con la señorita Ban. No iba a mentir que muchas veces fue muy difícil expresar sus inquietudes o hablarle de su pasado. Se atrevía decir que hacía ya solo dos sesiones atrás recién logró hablar de su relación con su padre y su abuela, pero nada muy elaborado hasta el momento.

—Uh... no estoy segura —murmuró. —¿Supo que Hanni y Hyein tuvieron un accidente? —preguntó.

—Algo supe —Heesoo asintió. —¿Cómo estás con eso? Y claro, ¿cómo están ellas con todo?

—Ellas están bien. En su mayoría —dijo. —Hyeinie se fracturó una pierna, pero está estable. Creo que mañana le dan el alta y tiene reposo por dos semanas. Luego está Hanni unnie y creo que ella sufrió algo más grave por la médula espinal. Se golpeó muy fuerte la cabeza y quizás tenga muchas dificultades.

—Vaya, es grave —la señorita Ban se impresionó.

También le llamaba la atención y le preocupaba porque había trabajado varios días con Hanni por la carta de graduación. Seguramente iría a visitarla al hospital.

—Muy grave —agregó Haerin.

—¿Y tú cómo estás con eso?

—¿Yo? —se apuntó a sí misma.

—Sí. ¿Cómo te has sentido?

—Ah... no tan bien —dijo.

Heesoo sabía que con Haerin, esas conversaciones de bienestar eran largas y un poco lentas porque a la misma le costaba expresarse fluidamente. Aunque ya sabía que ella mejoró mucho al respecto; no se quedaba callada por quince minutos sin saber qué decir, ahora era mucho más fluida que al principio.

—Me preocupé mucho y pensé que algo muy malo podía pasarles, pero creo que todos pensamos así. Pero estoy tranquila ahora. Digo, ahora sé que no les pasó nada muy grave. Quizás lo único que me preocupa es lo de Hanni unnie, pero no quiero pensar mucho.

—Está bien, Haerin —dijo y anotó algo en su libreta. —¿Has dormido mejor? Dakho me dijo que te dio medicación y que estás tomando ansiolíticos.

—¿Ansiolíticos?

—Las pastillas para la ansiedad.

—Ah, sí. Pensaba que se llamaban analgésicos —murmuró avergonzada.

—Suele pasar. Tienen relación entre sí y se utilizan, pero el que te recetaron a ti es un ansiolítico. ¿Notas que parece que al principio dijera "ansioso"? —Haerin pensó y asintió. —Bueno, es para la ansiedad.

—Ah... ahora tiene sentido.

La señorita Ban río ante la reacción tan despistada de Haerin.

—¿Vas bien con eso? —preguntó.

—Creo que sí. Me ayudan a dormir, aunque tiene efectos secundarios muy feos y eso no me gusta.

—Me imagino. Lo peor de estos medicamentos son los efectos secundarios, pero me alegra que te estén ayudando —dijo. —¿No me quieres contar nada más? Recuerda que puedes decirme lo que quieras.