XIII: Hanni tiene un pacto con el diablo.

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Danielle no durmió casi nada, pero ahí fue a las ocho de la mañana por sus padres al aeropuerto de Seúl y regresó a pasar el día con su familia después de tanto tiempo sin verlos. Incluso iría su hermana, pero por los estudios tuvo que quedarse en Australia.

Ayudó a cocinar un rico pescado al horno con ensaladas y de entrada una sopa de mariscos. Dio todo de ella para no quedarse dormida en el proceso y logró sorprender a su madre y su padre en el almuerzo.

Danielle tenía lo que se consideraría como una "familia funcional", así como esas típicas que aparecen en las películas estadounidenses o en la misma televisión coreana. Su padre era australiano y su madre de Corea, pero Dani se crió toda la vida en Newcastle así que sus costumbres se basaban más en ello que la cultura asiática, y por eso le fue difícil adaptarse cuando llegó al país. Ahora era divertido compartir todo en familia después de meses sin verse y recordar anécdotas del choque cultural que tenían.

Sin embargo, en sus planes nunca pensó tener a Haerin en su casa sentada en la mesa del salón. Y fue extraño porque se emocionó más que fuera ella a que fuese Sunghoon y su familia recibió muy bien a la muchacha. Incluso su abuela y su tía, quienes sabían todo lo que se decía de Haerin en el pueblo.

Danielle la notaba un poco incómoda y entendía perfectamente porque; la situación era tan repentina que seguramente no se preparó para eso y no sabía de qué manera actuar para generar la mejor impresión, ya que presentía que esa era la intención de Haerin en todos lados y así recibir aprobación ajena para que pudiera sentirse bien.

Sin embargo, se fijaba que ella igual hacía su mejor esfuerzo por incluirse en el ambiente. Miraba el tablero de ajedrez en la mesa con atención y podía deducir que estaba tratando de entender el juego, pero por sus cejas fruncidas estaba un tanto complicada.

—Es hija de la dentista —comentó su abuela, la señora Ruby.

Haerin se colocó derecha en la silla y Dani no podía quitarle los ojos de encima. Incluso si Hae sabía que la mayor estaba mirándola se negaba a hacer contacto visual porque necesitaba algo de distracción para poder relajarse e intentar tener una conversación normal con otras personas. De hecho, eso tenía que ser más sencillo porque eran adultos y éstos no eran idiotas como la mitad de adolescentes con los que Haerin se cruzó y éstos fueron groseros con ella aún así haya intentado encajar.

—Ella hace un trabajo excelente. Diseñó una placa para mi dentadura y mis dientes están tomando más forma —continuó halagando.

La menor se sonrojó sutilmente, mientras los demás sonreían hacia ella.

—¿Amiga de Dani? —preguntó la señora Jihyun, quien era madre de Danielle.

Al oír la pregunta, Haerin giró su rostro hacia la mujer y dio su mejor sonrisa.

—Algo así —murmuró —. Nos conocemos hace poco.

—¿Van en el mismo curso? —preguntó, apuntando a las dos.

—No, yo voy un año más abajo. Soy de segundo.

Jihyun pareció sorprenderse y el hombre a su lado igual. Al parecer no esperaban que Haerin fuera menor que Dani.

—La estoy ayudando a ella y a sus amigas con un club y su presentación para la fiesta del pueblo —añadió Danielle —. Tienen una banda.

A pesar de que Hae personalmente no hubiera mencionado eso en absoluto frente gente adulta (ya que la mayoría creía que era una estupidez pensar que una banda les daría futuro), no se antepuso y dejó que la reacción de los señores Marsh se viera lo más natural posible.

Pensó que colocarían muecas de disgusto o rechazarían la idea negando con la cabeza, pero ellos se interesaron y se mantuvieron respetuosos y amables. Eso le dio un respiro a Haerin y podía comprobar que Danielle era igual a ellos.

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