VI: La importancia de las mariposas.

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Cuando llega la primavera, las aves migran hacia el hemisferio norte y se podría decir que abren paso a las mariposas, para que ellas puedan ser las protagonistas de la nueva temporada.

Una vez cumplen su ciclo, las aves regresan y se mantienen en sus lugares de hibernación hasta la próxima primavera.

Hanni ahora sentía ese ciclo completado. Y pensaba en las mismas aves; ¿que sentirían ellas al migrar en una época tan bella como la primavera? Tal vez era ridículo creer que tuvieran un pensamiento crítico respecto a ello, pero Hanni podía interpretarlo de una manera más humana.

Dejar algo a lo que te acostumbraste es difícil, y te causa nostalgia cuando recuerdas todo lo que ha pasado.

Cuando Hanni llegó a Jeonju no era más que una chica semejante a otras cien mil chicas más. Y en ese momento nadie la necesitaba y ella no necesitaba a nadie. Pero conoció a Haerin y ella la acogió. Entonces, Hanni ya no era semejante a otras cien mil personas más y Haerin tampoco era semejante a otras chicas más. Ambas se conocieron, se cuidaron, se acogieron. Se necesitaban y ya eran únicas en el mundo.

Ya fuera cualquier tiempo de su duración en el mismo espacio, ninguna iba a dejar de ser única en el mundo porque ya se conocían. Y mientras el recuerdo viviera en sus mentes, iban a seguir siendo únicas en todo el mundo porque se ayudaron y se quisieron.

Estando en la habitación de Hanni nunca pensó la noticia que le llegaría y que fuera ella la primera en saberlo, hasta el punto de tener que guardarlo como un secreto porque no era la decisión que Hanni gritaría a todas las personas del pueblo.

—Hablaré con mis padres. Es algo ya decidido.

Haerin no sabía muy bien qué contestar y se quedó callada por lo mismo.

—No quiero que nadie lo sepa todavía. Se que me voy el 25 de abril, pero... es una decisión que me está costando mucho trabajo concluir. Creo que ni siquiera debería pensarlo tanto porque me voy a arrepentir.

Ella asintió con su cabeza y todavía estaba procesando toda la información registrada como oficial y que ahora provocaba difíciles operaciones matemáticas en su mente, o algo así.

—¿Por qué me lo dijiste a mí primero? —Haerin alzó su cabeza, conectando sus ojos con los de Hanni.

—Tú fuiste a la primera que conocí cuando llegué a Jeonju —se acercó. —Quiero que también seas la primera en saber que me voy del pueblo.

—¿Y vas a volver?

Fue un silencio extraño la que acompañó ese tipo de respuesta para nada positiva. Hanni intentó sonreír, pero fue en vano.

La mirada de Haerin era de tristeza y no podía cambiarlo en ese momento. Todo sentimiento se reflejaba allí.

—No lo creo —contestó. —Es muy complicado.

—¿Nunca más?

—No, no nunca más —dijo Hanni. —Pero quizás no sea pronto. Yo no estoy bien, Haerin. Tienes que saberlo.

—Pero... ¿tienes que irte? Hay terapia y no es tan costosa. Se puede solucionar sin que te vayas.

—Escucha —la detuvo, pues notaba la ansiedad de su amiga incrementar rápido y era mejor frenarlo. —Sé que lo hay, pero ahora no me conviene. Tengo que volver a Australia, con mi familia. Allá tengo un psicólogo, ¿recuerdas que te dije eso? —la chica asintió muy leve. —Por eso tengo que regresar. Debo volver a Australia para estar bien.

—Pero... —murmuró cabizbaja —, ¿aquí no estás bien? —frunció el ceño.

Hanni suspiró y no supo con exactitud qué decir ante ello, ya que no era una pregunta que tuviera la respuesta más positiva o algo que Haerin quisiera escuchar.

típicamente popular | daerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora