En estos momentos mi vida había empezado a tener un sentid. Mi único propósito actualmente era calmar la sed de venganza que ardía en mis venas. Cada latido de mi corazón parecía alimentar ese fuego insaciable. Sentía cómo la ira me consumía desde dentro, convirtiendo cada pensamiento en una obsesión con la justicia que debía tomar por mis propias manos.
El dolor de perder a padre era una herida abierta que nunca cicatrizaría. No podía dejar de imaginar mis manos cubiertas de su sangre, el único hombre que me había querido como un verdadero hijo. Mi existencia se había reducido a una simple misión: vengarme. No podía permitirme el lujo de descansar, no mientras las imágenes de mi padre yaciendo en un charco de su propia sangre invadían mis sueños y despertaban mis peores pesadillas.
Habían pasado exactamente 37 horas desde la muerte de Suleyman padre, sabía exactamente qué hacer, pero no por dónde buscar.
—Que pasara con lo sucedido, hermano.—
La voz de Yusef retumbó en mis oídos, su voz áspera apenas audible debido al dolor. Yusef, mi amigo, hermano, compañero y ahora mano derecha, se sentía angustiado o perdido, tanto él como todos nuestros hombres y por supuesto yo.
Nos encontrábamos en la azotea, era una noche de octubre, a diferencia de los otros días, hoy el viento se sentía con una inmensa fuerza, las nubes se veían más densas, la noche parecía tan fría como nuestros corazones.
— Quiero que reúnas todos los guardias que estaban en la mansión el lunes, necesito saber con detalles que paso aquí. —
Sentía como la ira brotaba en mí a medida que hablaba, me sentía devastado y perdido.
— Todo es por mi culpa, yo estaba a cargo de la guardia, padre murió por mi culpa. —Empezó a sollozar Yusef y arrastrarse hacia mí, con severa dificultad, ya que había recibido tres balas, dos en la misma pierna, una en el hombro.
— No, nadie tiene la culpa más que yo, baje la guardia y fui a cruzar fronteras por la mercancía. Dios, que tonto he sido, todo es mi culpa, es mi culpa, yo te deje al pendiente sin pensar que podía pasar, yo me fui y me lleve a la mitad de los hombres, le mande a la muerte, yo mismo. —
Mientras hablaba no podía parar de golpear mi cabeza, no había solución para este error, debía ser castigado.
— Hermano, así no vamos a limpiar la sangre de padre. —Yusef se acercó a mí, mientras me abrazaba, entonces él empezó a llorar, por primera vez en años Yusef derramó lágrimas en mi hombro.
— Turín va a arder, diles a los muchachos que se preparen, el viernes tras el entierro vamos a seguir trabajando, no vamos a parar de trabajar. Esa misma noche avisa a los muchachos que saldrán a Serbia para llevar la mercancía.—
Estaba decidido ahora más que nunca el negocio iba a crecer, como lo hacía padre.
Mientras que Yusef me miro confundido, sabía a qué se refería, él quería saber qué haría con el tema de padre, de saber quién fue el asesino, quien se atrevió a entrar a la mansión y atacar.
Me levanté, le mire fijamente, pase mi brazo alrededor de su hombro y le dije.
— No voy a dejar la sangre de padre derramada, aunque sea mi último aliento. Voy a encontrar su asesino, lo encontraré y no voy a dejar ni una gota de sangre en él.—
Mi vida solo tenía un propósito: Era vengar a padre, no importase si mi vida costase por ello, nada en la vida valía más que la vida de padre.
—Para ello necesito todos los detalles de esa noche y quién fue, contacta a Mehdi y dile que venga con su equipo.—
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Sombras de Lealtad
Teen Fiction"La tragedia nos dejó reducidos a tres almas, luchando por encontrar sentido en un mundo empeñado en arrebatarnos la felicidad." En el corazón de Turín, donde las sombras de la historia se funden con la belleza del paisaje, tres almas solitarias con...