Marcus
Ahí estaba, en el salón de Jalila y en su mano sujetaba mi arma, me encontraba atrapado entre la intensidad de sus ojos oscuros y la confusión que llenaba el aire. La belleza de aquella mujer me incomodaba, pero no podía negar que había algo más, algo magnético que me atraía hacia ella.Mis ojos recorrían la habitación, pero siempre volvían a ella.
Sin embargo, la distracción momentánea llegó cuando mi mirada se posó en una serie de fotos. Un hombre mayor abrazaba a Jalila y a un niño, generando automáticamente la pregunta de si era su esposo. La confusión se apoderó de mis pensamientos al imaginarla en un posible matrimonio con alguien de esa edad, mientras ella no alcanzaba ni siquiera los cuarenta.
—Es mi tío.—
—Ah.—
—No veo fotos del pa—decidí indagar.
—Estás en mi casa. Acaban de secuestrar a mi abuela, no sé dónde está, no sé por qué no he llamado a la policía aún y me preguntas por un padre.
—Entiendo...—
La distancia entre nosotros se reducía mientras ella se acercaba, y de repente, estaba frente a mí, mirándome desde arriba con un aire desafiante. Sus palabras resonaban en mi mente.
—¿Qué es lo que entiendes? Porque yo no entiendo nada.—
—Sinceramente, no tienes que entender nada, solo el saber que tu abuela regresa —dije levantándome a su altura.
La intensidad del momento aumentó cuando, sin previo aviso, Jalila empuñó un arma y apuntó directamente a mi pecho.
—No creas que he olvidado lo que me dijiste —me amenazó.
Cogí la cabeza del arma y la reafirmé en mi pecho.
—Nunca olvido mi palabra —le dije entre un susurro mientras me acercaba a su rostro.
—Jalila...—
Estaba inmerso en sus ojos oscuros, tan concentrado en su presencia que no noté la llegada de un hombre. En un instante, retrocedí ante la sorpresa, pero Jalila, la mujer de enfrente, dio un sobresalto, disparando mi brazo con fuerza.
—¡Ah! —Un grito escapó automáticamente de mis labios, y ella también expresó su sorpresa.
Me agaché, abrazando mi brazo herido.
—¿Por qué gritas? —le espeté, buscando entender lo ocurrido.
—No lo sé —respondió asustada.
—Jalila —llamó un hombre desde la distancia.
—Tío —se acercó a él, mientras el hombre se aproximaba a mi brazo. Sentí su mirada escrutadora mientras apretaba la herida, y una molestia aguda me hizo contener el aliento.
—¿Qué ha pasado? —preguntó el hombre, mientras yo intentaba comprender la situación.
—¿Quién eres tú? —inquirió, acentuando la presión en mi herida, dejándome en una incómoda posición.
—Tenemos que llevarte al hospital —dijo, dando su veredicto.
—¡No! —grité automáticamente, resistiéndome a la idea de un hospital.
Jalila me miró con una mezcla de preocupación y determinación.
—No podemos dejarte así —su voz resonó, buscando una solución en medio del caos.
—Tampoco podemos ir y decir que me disparaste —le grité.
—Yo... esto... yo... bueno, esto no es nada —dije, intentando calmar la situación.
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Sombras de Lealtad
Teen Fiction"La tragedia nos dejó reducidos a tres almas, luchando por encontrar sentido en un mundo empeñado en arrebatarnos la felicidad." En el corazón de Turín, donde las sombras de la historia se funden con la belleza del paisaje, tres almas solitarias con...