La Traición

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Ibamos caminando por medio de las calles. Delante  mía estaba Mehdi discutiendo con Zaid—¿Cómoo va a ser cristiano mejor que Messi?—rechistaba Mehdi

—Es la verdad— le contradecía Zaid.

A mi lado estaba Ghazal lo cual era raro. No dijo ninguna palabra, su mirada, todo el camino estaba fija en Zaid —¿Vio algo?—cuestionó de repente.

—A qué te refieres — Le respondí.

—Vio cómo Jalila...— decía con pesadez.

Giré a mirarla —No, que yo sepa, no estaba en un cuarto, pero sabe lo que pasa, se nota, no lo dice, pero —

—Pero está asustando, como no asustarse con todo lo que le ha venido encima— me dijo.

—Ya lo sabrás, pero ese tipo ha venido y seguramente no va a irse— le dije mirando el cielo.

Rápidamente, paro y giro —No puede ser, imposible, él trabaja en...—

—En algo ilegal— pregunté con sonrisa—. Ya me he dado cuenta, además ha entrado a nuestro camino—. Le dije, aun sabiendo, que no debería sincerarme con ella, pero a estas alturas solo eran palabras.

—No me digas que va a ser tu competencia— me preguntó

—No va a ser mi competencia, sino mi remplazo— afirmé.

—Tienes que acabar con él— comentó susurrando.

—Yo siento que no puedo— decía, empezando a hiperventilar.

Gire a mirarla y quedé atónico por ver las lágrimas en sus ojos, rápidamente me puse delante de ella.

—¡Eh Mehdi! Ve rápido que ahora te seguimos—

Este giro a mirarme pareciendo que entendido todo e inicio una carrera con el pequeño Zaid .

En ese instante sentí a Ghazal ponerse de cuclillas y llevarse las manos a la cara, rápidamente me agaché a su altura.

—Esto no puede ser ¿Por que siempre nosotros de verdad me lo preguntó que pecado estamos pagando para tanto sufrimiento?—

Tembloroso acerqué mi mano hacia ella—A veces no son pecados, sino nuestras pruebas— le dije en un susurro.

—Esto ya es sufrimiento ¿Porque tenemos que vivir así, porque Zaid tiene que vivir así, acaso no podemos vivir como más personas?—

—Nuestro destino fue marcado antes de poder decidirlo— le dije —Quieres llorar, llora, quieres gritar, grita, pero no va a cambiar nada, la realidad es dura, no te voy a decir que todo saldrá bien.

Ghazal levantó la vista para encontrarse con la mía, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y compasión.
—Pero te puedo prometer que acabaré con él—, dije con voz firme.

—Tal vez no te guste la idea del todo. Tienes formas de tomar tu justicia, pero tienes que tener en cuenta que esto no solo afecta la vida de Jalila o la tuya. Ahora es nuestro problema.—

—No me estás mintiendo, ¿verdad?— me preguntó entre lágrimas.

La miré con una sonrisa reconfortante. —Tal vez sea un ser ileal, una persona que no sea vista justa, pero, ojos de gacela, a ti no te miento en esta vida ni en la siguiente—, le aseguré, sintiendo la verdad de mis palabras resonar en el aire.

Ghazal rompió en risas, y el sonido llenó el espacio entre nosotros con una sensación de ligereza, risa se convirtió en la melodía más hermosa que había escuchado jamás,

—Confío en ti—, dijo, y en ese momento, sentí una oleada de emoción.

La miré con picardía, . —Entonces, ¿ahora nosotros...?—, insinué, esperando que entendiera el significado detrás de mis palabras.

Sombras de LealtadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora