Sombras de lealtad

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Mahmod:

Entré a toda velocidad, como si mi vida dependiera de ello. El aire denso de la comisaría se mezclaba con la frustración y la incertidumbre que colgaba en el ambiente. Al cruzar la puerta, pude ver a Marcus, quien estaba sentado en una silla con la cabeza entre las manos, visiblemente cansado y agobiado.

—¿Qué ha pasado? —le pregunté, tratando de ocultar mi propia ansiedad mientras caminaba hacia él.

Marcus levantó la mirada, sus ojos reflejaban una mezcla de confusión y desesperación.

—Yo... de verdad... no sé qué decirte, Mahmod —respondió con voz temblorosa—. Se suponía que Mehdi estaba saliendo con sus amigos, y de la nada lo arrestan por homicidio. Esto está fuera de mis manos...—

Sentí un escalofrío, recorrerme la espalda al escuchar sus palabras. Antes de que pudiera procesar todo, lo agarré del cuello, acercándolo hacia mí para capturar su atención.

—Tranquilo, Marcus —le dije con determinación—. Estoy aquí ahora, me haré cargo de esto. Pero necesito que vayas y te asegures de que Yasmin esté bien.—

Justo en ese momento, vi a Ghazal pasar por la sala. Su andar decididamente firme y su rostro serio indicaban que ya estaba inmersa en el inicio de su rutina diaria de trabajo. A pesar del caos, algo en su expresión me hizo sonreír brevemente.

—Con ella —le dije a Marcus, señalando a Ghazal.

Ella se detuvo en seco, girando sobre sus talones para mirarnos con sorpresa.

—¿Yo? ¿Qué está pasando? —preguntó, frunciendo el ceño.

—Sí, te necesito. Bueno, Yasmin te necesita —le respondí rápidamente.

Ghazal cruzó los brazos, claramente poco impresionada con la interrupción.

—Tengo trabajo, Mahmod —replicó, mirando de reojo, su reloj como si estuviera demasiado ocupada para esta conversación.

—Me da igual —le contesté con firmeza.

—Tengo trabajo —insistió, esta vez con un tono de voz más calmado pero firme.

—Y yo te digo que me da igual —insistí, manteniendo mi posición—. Vas a ir con Marcus a ver a Yasmin, y después podrás irte a casa.—

Ghazal exhaló con fuerza, su postura reflejaba una mezcla de frustración y desafío.

Ten-go tra-ba-jo —dijo, separando cada sílaba como si hablara con un niño pequeño que no comprendía.

Rodé los ojos y me acerqué un paso más a ella, mi paciencia al límite.

—Ufff, Ghazal, no seas una pesada y vete de una vez —le dije, tratando de contener mi irritación.

—¿Con él? —preguntó, señalando a Marcus, visiblemente impactada—. No, gracias —concluyó, sacudiendo la cabeza como si hubiera rechazado una oferta poco atractiva.

—Oh, venga ya —le supliqué, tratando de sonar razonable—. He dejado a Yasmin con guardias, y necesito que Marcus esté pendiente de cualquier novedad.—

Ghazal soltó un suspiro exasperado, pero finalmente cedió.

—Ufff, solo por esta vez —dijo, aunque su tono dejaba claro que no estaba contenta con la situación.

—Bien, hermano, te confío su seguridad —dije, dirigiéndome a Marcus con un toque de seriedad.

—No lo dudes, jefe —afirmó Marcus, dispuesto a cumplir su tarea.

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