Mahmod intentó hablar, pero las palabras se le escapaban. Yusef no sabía cómo explicarle su realidad. Con voz temblorosa, mencionó vagamente que su madre había fallecido por culpa de su padre abusador. Prometió lealtad a Mahmod. ¿Cómo podía explicarle que le habían extirpado un riñón para dárselo a Mohtaz, solo para que este último fuera desterrado? Yusef estaba perdido, sin saber por dónde empezar. Finalmente, dio un paso atrás, con una triste sonrisa y una serenidad inesperada, le dijo—Máteme.—
Mahmod estaba al borde de la locura, incapaz de creer lo que escuchaba. Se dio cuenta de que no podría cumplir su palabra y que tal vez había fallado a Suleyman.
—No me lo puedo creer —susurró, llevándose las manos a la boca—. Miéntele, al menos dime cómo han estado estos meses.
—¿Quién te lo dijo? —preguntó Yusef con firmeza—. ¿Marcus?
—No me lo puedo creer —Mahmod estaba en shock—. ¿Yasmin lo sabía? ¿Marcus lo sabe? No puede ser, todos son conscientes de todo lo que ha sucedido, excepto yo. ¿Quién lo sabe, Yusef?—
—Todos. Los que te rodean, Yasmin Marcus Mehdi Christopher, Rabia el envió fotos...—
Antes de que pudiera terminar, Mahmod sacó una pistola y se la puso en la frente de Yusef.
—Dame un motivo por el cual la bala no debe salir de mi pistola.—
—No hay ninguno, así de simple. Deja que salga —dijo Yusef, cerrando los ojos y listo para recibir el balazo.
Mahmod levantó el arma y la golpeó contra la frente de Yusef.
—Sabes, vine aquí pensando Yusef no lo haría, Yusef jamás me traicionaría. Dudé de mi mujer, de sus palabras. Pensé que Yasmin estaba mintiendo. Quería creer que me mentía antes de enfrentar la realidad.—
Mahmod, conteniendo las lágrimas, miró la habitación.
—Pensé que podía confiar en Yusef, que él jamás me haría algo así. Podrían haberme dicho cualquier cosa, cualquier persona, incluso Yasmin, y no dudaría. Pero aun confirmándome que eres tú, mi mente, mi estúpidamente —dijo mientras volvía a apuntarse a sí mismo con la pistola— se niega a creer que me traicionaste. Mi mente confía en ti más que en mi propia sombra, mi corazón siente lealtad por ti.—
—¿No vas a decir nada? —le cuestioné.
—No me quedan palabras. Yo estuve involucrado.—
—¿No vas a explicarme? ¿No vas a darme una razón?—
—Soy consciente de mis actos, así que acepto mi castigo.— me dijo.
Mahmod estaba en shock, sin poder creer lo que ocurría, no esperaba esta actitud de él.
—Te maldigo —dijo Mahmod mientras le escupía—. No sabes cuánto te quise, no sabes cuánto te quiero. Si me dijeran que necesitas un corazón, soy capaz de abrirme yo mismo para dártelo. Nunca dudé de ti, Yusef, pensaba que eras lo que Allah me había recompensado, pero eres mi castigo.—
Yusef solo podía mirarlo, sabiendo que había perdido la confianza y el respeto de su amigo, su hermano, su confidente.
—Que Allah se apiade de ti, porque la próxima vez yo no me apiadaré de tu vida —dijo Mahmod antes de salir.—
Yusef se desplomó lentamente al suelo, sintiendo cómo la fuerza lo abandonaba. El aire se tornó espeso, casi irrespirable, y cada inhalación se convertía en un esfuerzo hercúleo. Era como si el mundo se cerrara sobre él, aplastándolo con el peso de sus propios errores. En su mente, la imagen de Mahmod, el hombre que había considerado su hermano, se repetía como un disco rayado, cada palabra suya resonando con el eco de una condena ineludible.
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Sombras de Lealtad
Teen Fiction"La tragedia nos dejó reducidos a tres almas, luchando por encontrar sentido en un mundo empeñado en arrebatarnos la felicidad." En el corazón de Turín, donde las sombras de la historia se funden con la belleza del paisaje, tres almas solitarias con...