El precio de la lealtad

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Yusef:

—Hermano —susurró Mehdi, dejando su Satyada al borde de la cama y posicionándose a mi lado.

—Te dije que no —repliqué, mi voz firme pero llena de preocupación. Desde que Mehdi se enteró de mi salida para informar a los chicos, había estado molestando y suplicando para que lo llevara conmigo.

—Por favor, llévame contigo —insistió.

—Porque no me llevas, dame un motivo. No vas a hacer nada peligroso —me suplicaba, suspirando frustrado.

—Mehdi, esto no es un juego —le recordé.

—Entonces vas a hacer una misión importante —persistió, su voz cargada de esperanza.

—Que no, solo voy a reunir a los chicos —traté de explicarle una vez más.

—Entonces llévame —insistió una vez más, su determinación no disminuía.

—¿No tienes un examen? —pregunté, tratando de encontrar una razón lógica para disuadirlo.

—Es eso, siento que voy a enloquecer —confesó con sinceridad—. De verdad, llevo días encerrado estudiando, me estoy agobiando en esta habitación. Entre la muerte de padre y el examen, no hago más que encerrarme en casa, estudiar y rezar. Necesito despejarme, respirar el aire para que mi cerebro funcione.

—Es un examen importante, Mehdi —comencé a advertirle, pero su mirada melancólica y su voz cargada de nostalgia me interrumpieron.

—Es por eso —dijo con melancolía en su voz—. Es tan importante que siento que mi cabeza está colapsando. Anda, llévame. Padre solía sacarme antes de los exámenes. Siempre me dejaba junto a él si no era una misión de riesgo.—

Lo miré durante varios segundos antes de finalmente asentir y ceder a sus súplicas.

—Recoge tus cosas y vámonos —le dije, y en ese momento, Mehdi estalló en alegría, saltando y chillando de emoción, pero, cuando estaba recogiendo su mochila, quedó en silencio, sin moverse.

—¿Estás bien, Mehdi? —pregunté, notando su mirada perdida. Asintió con la cabeza, tratando de ocultar las lágrimas que amenazaban con brotar.

—Solo estaba pensando en padre —dijo, tratando de sonar tranquilo. Puse mi mano en su hombro y lo miré con comprensión.

—Yo también lo extraño, hermano. Pero ahora, debemos concentrarnos en el negocio y en mantener a Yasmin a salvo.—

Allah, ¿qué había hecho para merecer esto? Me cuestionaba una y otra vez mientras el dolor abrumaba mi corazón. ¿Cómo era posible que pudiera vivir en paz cuando cada día me enfrentaba a la sombra de la muerte de mi padre?

La carga que llevaba en mis hombros era tan pesada como silenciosa. No podía seguir viviendo de esta manera. Desde la muerte de padre, me había perdido a mí mismo. Estaba al borde de la locura y la desesperación, sintiendo que mi mundo se desmoronaba a mi alrededor.

Mientras guardaba mis armas en la mochila, sentí que Mehdi me miraba con confusión.

—No ibas a hablar pacíficamente —me recordó con un tono preocupado.

—Que hable pacíficamente no significa estar con la guardia baja —le expliqué, tomando mis armas .

Mehdi parecía inquieto y continuó preguntando.

—Entonces, ¿qué pasa conmigo? Si no puedo...—

—No digas tonterías —lo interrumpí—. Mientras tenga vida, no hay nadie que se atreverá a acercarse a ti. Ahora vamos, que tenemos mucho por hacer.—

Sombras de LealtadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora