CAPITULO VEINTISEIS - ALGO ARRIESGADO

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Sábado, 22 de junio del 2019

Las clases se han acabado y todos están contentos, pero hay tres hermanos a quienes este año les han afectado más las clases que otros años y de diferente manera: los hermanos Estrada.

Pilar ya terminó sus exámenes, sacando varias matrículas de honor, presentó su trabajo de final de carrera y hace dos semanas comenzó sus prácticas en una multinacional. Está contentísima, tanto que el fin de semana pasado se olvidó que ya no estaba con su marido y lo besó cuando este vino al pueblo a recoger a las niñas. Lo mejor de ese beso es que la noche siguiente, cuando las devolvió a la casa de los padres de Pili, ellos salieron a cenar y este fin de semana Pilar y las niñas lo están pasando en Madrid. Ambos quieren empezar poco a poco, pero saben que se han echado mucho de menos y que existen cosas que no se pueden frenar.

Lucía también está contenta, porque solo le queda un año y luego no tendrá que ir a la facultad, ya que está cansada de madrugar y pasarse casi dos horas diarias conduciendo. Ha hecho nuevos amigos en la facultad, ahora que no tiene novio, y aunque algunos viven cerca de su pueblo y comparten los gastos de la gasolina, se alegrará de no tener que hacer tantos kilómetros todos los días.

Y, por último, Isidro. Normalmente, Isidro era el estudiante que más se alegraba de no tener que ir al instituto durante el verano, pero, para sorpresa de todos sus amigos, este año no ve la hora de que empiecen las clases. Echa tanto de menos las clases de formación profesional que Ignacio ya le ha dicho que puede utilizar las instalaciones cuando las necesite, pero siempre con la supervisión de algún profesor.

Académicamente hablando, ha sido un gran año para Isidro, ha sacado el título de bachillerato, el de Mantenimiento de Vehículos y Electromecánica e incluso ha aprobado la EvAU, aunque no va a estudiar en ninguna universidad el año que viene.

Julia le pidió que estudiara con ella para la EvAU y luego que se presentara para no dejarla sola, así que lo hizo, aunque no le vaya a servir para nada en un futuro. Para poder seguir con sus compañeros el año que viene, además de hacer las asignaturas que le faltan de Carrocería y de Fabricación y Montaje, cursará Dibujo Técnico, Diseño, Tecnología Industrial y Economía de la Empresa en el instituto, porque desde hace meses asistió todo lo que pudo a las clases del último año de francés y se examinó.

La única que sabe absolutamente todo, además de Manolo e Ignacio, es su madre, porque después de sincerarse con Vicky y ver su reacción, no quiere hablar más de lo que está haciendo que su vida cambie drásticamente, prácticamente, todos los días.

—¿Pasó algo, Alevilla? —contesta Isidro, preocupado, puesto que son las dos de la mañana y sabe que Victoria salió con algunos de la clase a celebrar el Día de la Música en Madrid.

—Nos hemos venido todos a Nuevo Baztán, a ver una visita teatralizada nocturna por el pueblo y las chicas han conocido a unos chicos, pero como yo no cabía en el coche, se han ido sin mí y no hay autobús hasta las siete de la mañana, que además tarda tres horas en llegar —le cuenta Victoria llorando a Isidro.

—¿Dónde estás? Mándame la ubicación y no te muevas. ¿Me has entendido? —le pregunta Isidro mientras se viste a toda prisa, es una suerte que anoche se quedara a dormir en el taller y no aceptara lo de ir al karaoke con Lucía.

—¿Cómo vas a venir? ¿Estás en el taller? Seguro que con tu bicicleta tardas más de una hora —le dice Victoria preocupada en cuanto le envía la ubicación.

—Una hora y media, lo acabo de ver en el teléfono, pero tranquila que estaré en menos de media hora. Seguro que Manolo me alcanza, está por aquí cerca porque hoy se nos ha hecho tarde y hace poco que nos despedimos —le miente Isidro descaradamente.

Como el agua y el aceite - TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora