CAPITULO 8

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MIKE

Cuando la Marina de los Estados Unidos envía a su élite, mandan a los SEAL. Cuando los SEAL envían a su élite, mandan al Team Six de los SEAL, el equivalente de la Marina a la Delta Force del Ejército, que tienen encomendada la misión de antiterrorismo y anti insurgencia, y de vez en cuando trabajábamos con la CIA.

Pero no nos adelantemos, primero toca mi historia personal.

Cuando era niño tuve que soportar fuerzas que estaban más allá de mi control. Mi madre me tuvo el 26 de Febrero de 1982, en la clínica libre Weems de Galveston, en Texas. No se podía permitir un hospital privado. Ella pario a los ocho meses; yo tenía ojos color azul y el pelo negro; solo pesé 1,4 kg. La clínica era tan pobre que no tenía una incubadora tan diminuta como la que yo necesitaba. Era tan pequeño, que cualquier cestito de bebé hubiera resultado demasiado grande para mí, por lo que mi madre literalmente me llevó a casa en una caja de zapatos. El moisés que había en casa también era demasiado grande, por lo que abrieron un cajón de uno de los tocadores, pusieron sábanas dentro, y ahí era donde yo dormía.

Mi madre, Millie Kirkmam, tenía ascendencia irlandesa y era tan testaruda como los ladrillos de una pared. No mostraba emociones y tampoco flexibilidad hacia la vida, y trabajaba duro todos los días en una fábrica de costura para ayudar a mantenernos a mi hermano y a mí. Probablemente heredé su testarudez, su actitud extrema de "no renunciar si piensas que tienes razón".

Cuando tenía cuatro años, mamá me dijo que Thomas Shepherd (mi padre biológico) había salido corriendo abandonándonos. Lo odié por ello.

Pero cuando tenía cinco años, fui despertado en mitad de la noche por un hombre enorme que apestaba a alcohol. Era Tom, mi padre que acababa de volver a casa. Tom me sacó de la parte de arriba de la litera, interrogándome sobre por qué había hecho algo mal ese día. Entonces me abofeteó, golpeándome en la cara, hasta el extremo de que podía saborear mi propia sangre. Ésa era la manera que tenía Tom de ayudar a mi madre a mantener a su hijo menor en el buen camino.

Eso fue solo el principio. No siempre ocurría de noche. Cada vez que Tom llegaba a casa decidía disciplinarme por su cuenta. Estaba aterrado; sentía como si el corazón se me fuera a salir del pecho. ¿Hasta dónde iba a llegar esta vez?

La paliza se podía producir cuando Tom llegaba a casa a buscar a mi madre, mientras ella se preparaba para salir, o cuando volvían. Tom no era quisquilloso sobre cuándo dármela.

Un día, después de uno de mis primeros días en la escuela primaria, me marché. A propósito, me subí en el autobús equivocado.

Ese tipo no va a volver a pegarme. Me voy de aquí.

El autobús me llevó a algún sitio en el campo. No tenía ni idea de dónde estaba. Solo quedaban unos pocos niños en él cuando paró. Un niño se levantó. Lo seguí fuera del autobús. El niño bajó a pie por un camino mugriento hasta su casa. En este punto no supe qué hacer (con seis años no me había detenido mucho a pensarlo). Bajé a pie por el camino mugriento hasta que llegué a la casa del final. Entonces esperé fuera sin saber qué hacer excepto mantenerme alejado del camino principal.

Después de un par de horas, un hombre y una mujer llegaron a la casa y me encontraron sentado en el porche trasero, fuera de la vista del camino principal. La mujer me preguntó:

-¿Cuál es tu nombre?

-Michael.

-Debes estar hambriento.

Me llevaron adentro y me dieron de comer.

Después la mujer dijo:

-Sabes, tenemos que localizar a tus padres. Llevarte a casa.

La historia de Sakura y BoatmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora